Puedo criticar muchas cosas de buenos aires, pero la cantidad y calidad de las actividades culturales que tiene es impresionante. En esta oportunidad tuve la suerte de ir a un concierto de uno de los músicos más reconocidos del mundo, Daniel Barenboim. Como las entradas para verlo en el teatro Colón estaban agotadas, terminé yendo a un concierto al aire libre y gratuito organizado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Barenboim, nacido en Argentina, y nacionalizado español, israelí y palestino; es un destacado pianista y director de orquesta. En 1999 fundó la «West-East Divan Orchestra», una orquesta integrada por músicos israelíes, árabes y españoles, que ganó numerosos premios. Justamente con esta orquesta tocó en Puente Alsina en Buenos Aires, en pleno conflicto entre Palestina e Israel.
Al haber ido al concierto gratuito al aire libre, sacrifiqué glamour y acústica, y lo cambié por naturaleza y ni hablar de ahorrarme varios pesos.
Domingo a la mañana y pocos amigos estuvieron dispuestos a acompañarme. Música clásica y levantarse temprano un domingo, no es para cualquier joven.
Tenía qué cruzar de una punta a la otra, todo Buenos Aires, para llegar al lugar del recital. En Puente Alsina, armaron un imponente escenario, con lugar para 8.000 personas sentadas y muchas más en los alrededores, pantallas gigantes; todo muy prolijo.
Por suerte, el colectivo 15 me llevaba directo. En la esquina del departamento, hasta la esquina del lugar del show (1 hora de viaje por $4, menos de 0,4 usd). Como era domingo tuve que esperar un poco más de lo habitual, pero me entretuve charlando con unas señoras «paquetas» que también iban al recital. Y el viaje en colectivo fue muy divertido, pasando por lugares de la capital que nunca había visitado, escribiendo los primeros párrafos de este artículo y analizando a la gente que subía y bajaba del colectivo.
Claramente toda señora «paqueta» que subía, iba al mismo destino que yo. No hay mucho movimiento en la ciudad un domingo por la mañana, así que identificarlas era muy fácil.
El chico que estaba en la parada y se mandó un escupitajo enorme en el piso, claramente no iba. El señor que, en el colectivo, se sacaba los mocos y la cera de la oreja (sin ningún disimulo) y después agarraba los caños para sujetarse, obviamente tampoco iba al concierto.
Después de una hora, llegamos a destino. Yo no conocía el lugar, pero no fue difícil encontrarlo, simplemente seguí a la multitud. Todo estaba relativamente organizado, para ser Argentina, bastante, y todo el evento estaba muy custodiado por la policía metropolitana. Había clima de fiesta!
Cuando terminaron de entrar todos los que tenían entradas, quedaron algunos lugares vacíos que se ocuparon con gente sin entradas. Yo preferí quedarme más cerca del escenario y hacia un costado, que sentado en el centro y al fondo. Por suerte mido casi 2 mts y no hay nadie que me tape, y lo que es mejor, como me pasa en todo recital, nunca estoy apretado porque atrás mío no se para nadie.
Lo único malo fue la mala educación y la permanente transgresión «pícara» de la gente luchando por conseguir un mejor lugar en todo momento. Aunque hay que decir que, una vez que empezó el show, la gente se calmó, se comportó mejor y disfrutó de la música.
Varias ovaciones de pie y un mini discurso del maestro Barenboim que llegó a la gente.
La verdad es que estuvo muy bueno. La salida fue un poco caótica, nadie sabía por donde pasaban los colectivos (había varias calles cortadas) pero tampoco tan mal. Antes de irme le saqué una foto al puente y emprendí el regreso a mi casa con la sensación de haber tenido la oportunidad de presenciar un espectáculo de clase mundial (aunque la acústica no era la mejor) y gratis!
La nutrida y diversa actividad cultural es una de las mejores cosas de Buenos Aires. Veremos que sigue!
Viajar en colectivo es la mejor forma de conocer una ciudad: desde la ventajosa posición de estar viendo todo desde una cierta altura, ni hablar de los de dos pisos londinenses, hasta ir viendo y oyendo cómo se va transformando a medida que se recorre los distintos barrios y se vive el contacto con la gente que también va cambiando en sus rasgos étnicos y en su poder adquisitivo. También las zonas de centros universitarios, de hospitales…arrrivederci!
Completamente de acuerdo! Al igual que caminar, viajar en transporte público nos permite conocer las sociedades desde adentro, y no lo que nos quieren mostrar en tours o excursiones. Saludos!