Las dos noches anteriores habían sido inesperadas. Primero durmiendo en la puerta de un almacén de barrio en Denizli, y después amaneciendo en la terminal de buses de Ankara, la capital de Turquía. Como no habíamos llegado a salir de la ciudad y se nos hizo de noche, decidimos dormir en los asientos de la estación de buses. Nos despertamos bien temprano, porque queríamos llegar a Capadoccia. Pero también porque estábamos muy incómodos y rodeados de gente, una vez que se hizo de día.
Lo primero que hicimos fue comer algo rápido y de ahí fuimos a tomar el tren para salir de la ciudad y poder encontrar un buen lugar para hacer autostop.
En 2 minutos nos levantaron unos chicos muy buena onda. Fans del Galatasaray. El fútbol daba charla siempre. Selfie, intercambio de Facebook, Instagram, etc. Nos dejaron en Kirikkale. Ahí nos levantó un señor con el que hicimos 100 km hasta Kirsehir. En menos de 5 minutos nos subimos a una camioneta. No había forma de entendernos, así que pusimos música fuerte y disfrutamos del camino sin conversación de por medio. Finalmente, nos levantó un auto donde iban dos amigos con el hijo de uno de ellos. Y como sabían inglés, pudimos volver a entablar una conversación. Nos invitaron a tomar chai (té), y nos dejaron en Goreme, el pueblo más turístico de la zona de Capadoccia.
Capadoccia es una región de más de 9.000 hectáreas que abarca territorios de 4 provincias de Turquía. Lo más conocido es la típica foto con los globos en el medio de las formaciones rocosas con formas raras, pero hay mucho por explorar y conocer en Capadoccia. Lleva días, semanas capaz. Nosotros estuvimos 5 días y vimos bastante.
No teníamos reserva, pero habíamos visto algunos lugares en internet. A Agustín no le gustaba reservar, porque estaba acostumbrado a negociar los precios en la puerta. Yo le seguía la corriente. Fuimos a un hostel que nos dijo que no tenía lugar, a pesar de que en internet decía que sí había disponibilidad. Entendimos que nos habían echado por sucios (hacía 5 días que veníamos viajando en carpa y con autostop). Creo que nunca estuve tan sucio en mi vida jaja.
Fuimos a otro que era bastante bueno y barato también para lo que ofrecía. Tenía una terraza con una vista increíble. Y la habitación era para 10 personas, pero la primera noche estábamos los 2 solos. Y 2 baños. Baños que amamos, y que usamos como por 1 hora o más para limpiar la mugre que teníamos de tantos días en la ruta.
Para cuando terminamos ya era de noche. Cenamos en un lugar local, uno de los pocos que estaba abierto, y uno de los pocos que no era muy turístico.
Al día siguiente nos levantamos, compramos el desayuno y lo fuimos a tomar a la terraza. Llevé toda la ropa a lavar (no me quedaba nada limpio a esa altura) y fuimos a averiguar por caminatas a la oficina de turismo en el centro de Goreme. Nos dieron un mapita con distintos recorridos y nos marcaron los lugares de mayor interés.
Algunas personas nos querían vender excursiones en la calle, pero no tenían sentido. Eran muy caras y la mayoría se podían hacer caminando. No eran fáciles, pero con nuestro (aceptable?) estado físico se podían hacer tranquilamente.
Todo en el pueblo era subidas y bajadas. Todo el paisaje era irregular. Las distancias no eran tan grandes, pero el desnivel cansaba.
Primero fuimos a una vista panorámica en el mismo Goreme. A un mirador.
Y ahí mismo, bajamos un poco hasta unas iglesias antiguas que hoy en día son ruinas en las formaciones rocosas. Los caminos estaban trazados y más o menos los íbamos viendo en el mapa papel y en el maps.me (la mejor app de geolocalización!). Los paisajes eran de otro planeta.
En el camino de vuelta encontramos a dos señoras trabajando en una huerta de tomates pero no quisieron que les sacáramos una foto. Igual, gracias al turco fluido de Agustín, pudimos conversar un rato. Volvimos al hostel a hacer unas cosas y salimos de nuevo a explorar un poco más la zona.
Fuimos directo al Valle del Amor, que es donde están las formas fálicas conocidas de Capadoccia. Parece un chiste el nombre. Pero bueno, es así.
Estábamos caminando por ahí y de repente se largó a llover muy fuerte. No podíamos seguir mucho más. Estábamos en el medio del valle y no había dónde meterse, más que adentro de una de estas rocas. Y bueno, no quedó otra. Era eso o mojarse (sin doble sentido).
Si no se sale a caminar con mapa, yo diría que es imposible recorrer bien la zona. Hay infinidad de caminos y muchos no conducen a ningún lado. Van a gastar energías y no les va a redituar. Es clave tener gps. Hay demasiados senderos…
Nosotros cruzamos el río varias veces. A veces íbamos siguiendo el río. A veces el camino desaparecía en la vegetación y teníamos que ir abriendo plantas o árboles. No era nada fácil, y no era nada corto.
Finalmente llegamos a la otra punta del valle y salimos a la ruta. Estábamos muy lejos de Goreme que era el pueblo donde nos estábamos alojando, así que decidimos hacer lo que hacíamos siempre. Hacer autostop.
El primer auto que pasó, nos levantó. Un Mercedes increíble. Un chico de 29 años que tenía 6 negocios, y una novia Argentina (según él) que no podía visitar por sus negocios. De nuevo según él, ella venía a verlo. Se las daba de millonario, aunque por el auto podría haber sido. Nos reíamos de las diferencias con nuestro caso. El tenía «todo» y era preso de sus negocios. Nosotros no teníamos nada, pero éramos libres. Y qué vale más que la libertad? Para mí nada…
Lo interesante fue que rompió con todos los prejuicios que teníamos del autostop: que nunca paraban los autos buenos y que nunca paraba el primer auto. En este caso era un autazo, y no sólo fue el primer auto, sino que fue en 1 segundo. Ni siquiera habíamos llegado a la ruta. le hicimos señas desde el otro lado y paró.
Fuimos a comprar unos fideos de 1 dólar cada uno por comida y volvimos al hostel. La lluvia iba y venía. Nos fuimos a dormir temprano.
A la mañana siguiente nos levantamos a las 4 de la mañana para estar tranquilos a las 5 en el lugar de vista panorámica, el Goreme Panorama y poder ver la famosa levantada de los globos aerostáticos. De a poco fue llegando la gente, y finalmente se llenó de turistas. Apareció la luz y los globos brillaron por su ausencia.
A eso de las 6 de la mañana ya estábamos durmiendo de nuevo en el hostel. Unas horas más de descanso y nos levantamos. Desayunamos, y salimos a hacer otro trekking. Estaba lleno de gente porque era sábado. La mayoría turcos. Un perro nos empezó a seguir hasta que en un momento lo perdimos.
El camino iba cambiando de paisaje todo el tiempo. Por momentos verde, por momentos parecía desierto, aparecía un río, nos teníamos que meter en una cueva. Era todo muy dinámico, muy divertido.
Estaba lleno de caminos de túneles entre las piedras. Y como se ve en la foto anterior, repleto de antiguas cuevas/casas, donde según dicen todavía vive alguna gente.
En un momento llegamos a un bar muy buena onda en el medio del valle. Estaba en el medio de la nada. Y era atendido por una turca muy linda y buena onda. Agustín se volvió loco y se quería quedar. Le di un tiempo para ver si surgía algo, y justo cuando estaba por seguir solo, apareció Agustín para seguir el camino conmigo.
En una parte me dio miedo a las alturas y no pude llegar al punto con la vista panorámica. Agustín me desafiaba y no entendía que tengo miedo a las alturas en serio por momentos. Sobre todo a las alturas inseguro, y en ese caso estábamos escalando unas piedras sin ningún agarre. Me dio pánico y no pude seguir. Volvimos y retomamos el camino por otro lado.
Seguimos camino al Valle Rosa y después caminamos otros kilómetros más.
Como el día anterior, terminamos saliendo a la ruta. Y como el día anterior, nos levantó el primer auto para hacer los 2 kms que nos faltaban para llegar al pueblo. Eran 2 policías jóvenes en una camioneta nueva.
Fuimos al hostel a comer. Estábamos agotados y deshidratados. La caminata había sido muy dura y muy larga. Caímos rendidos a la cama, muertos.
Al día siguiente nos volvimos a levantar temprano para ver los globos. Nada. De nuevo había demasiado viento.
Les recomiendo que le digan a alguien que venda los tours que ustedes planean subir. Pidanle el número de whatsapp y se comunican con esa persona para no clavarse como nosotros.
Otra vez no aparecieron, así que volvimos a dormir. Compramos un ayran (yogurt aguado) en el camino para desayunar.
Fuimos a caminar para Pigeon Valley. Mucha naturaleza en el valle, excelente lugar para acampar con el sonido de los pájaros de fondo. Y cascada al final del valle.
Finalmente llegamos a Urchisar. El pueblo más alto y pintoresco de esa zona de Capadoccia. Con menos servicios seguramente, pero de mucho más nivel, mucho más que Goreme.
Caminamos un rato y después entré al castillo de Urchisar para tener una buena vista panorámica de la zona. Muy bueno el castillo, o muy buena la vista mejor dicho.
Bajamos a la ruta, hicimos autostop, y en menos de 5 minutos nos levantaron y nos llevaron hasta Goreme. Compramos algo para comer y volvimos al hostel.
Al día siguiente nuevamente nos levantamos temprano para ir a ver los globos. Creíamos que la tercera iba a ser la vencida. Salimos a la puerta del hostel y ni nos gastamos en subir al mirador. Ya sabíamos que con ese viento no iban a salir. Volvimos a dormir.
Nos fuimos sin verlos, una buena excusa para volver.
Se supone que son la principal atracción de Capadoccia, o al menos eso es lo que venden. A nosotros nos encantaron los trekkings, y había muchos más.
Compré el ticket del bus para Batumi, Georgia. Agus se fue haciendo autostop. Yo llegué en 16 horas, él al día siguiente habiendo salido antes. La diferencia la aproveché para trabajar en el blog y en otros proyectos.
En realidad mi bus fue hasta la frontera. Crucé a pie, y desde ahí hice autostop hasta llegar a Batumi.
flavia dice
interesante tu paso por Capadoccia, gracias a ti voy recorriendo lugares que, seguramente, no pisaré.
Esperando tu próximo blog. Cariños