Después de haber conseguido las visas de Irán y Azerbaiyán, no teníamos más razones para seguir en Batumi. Estuvimos casi 10 días en la ciudad. Y si bien me encantó, ya sentíamos la necesidad de movernos. Nuestro siguiente destino era la capital de Georgia: Tbilisi. Y como en toda esa parte del viaje, hicimos autostop.
Pero hacer autostop en una ciudad es muy difícil, así que tomamos un bus hasta Kobuleti por 1,5 laris (menos de 1 dólar en la moneda de Georgia). Y en la salida de Kobuleti, empezamos a hacer señas para parar un auto.
[box type=»alert»]No se pierdan los videos más abajo, georgianos conociendo el cuarteto cordobés![/box]
En menos de 5 minutos paró uno y nos llevó unos kilómetros hasta la salida para Ozurgeti. Uno de los señores que iba en el auto tenía una remera de Ernst & Young, una de las empresas para las que yo trabajé cuando vivía en Buenos Aires. Me re sorprendió y le pregunté si él también trabajaba ahí. No teníamos lenguaje en común y estábamos a puras señas. Al principio entendí que sí, pero después me dijo que no, que alguien se la había regalado. Nada, una casualidad (aunque la empresa está en casi todos los países del mundo).
En esa salida también esperamos menos de 5 minutos. El primer auto que pasó, paró, y nos llevó 250 kms. El conducctor sabía inglés y fuimos hablando un montón. Fue cómico porque cuando nos vio en la ruta, él paró y nos hizo subir. Ni nos preguntó a dónde íbamos. Y al final nos terminó llevando más de la mitad del camino, un genio.
Todo el trayecto fuimos comiendo frutas de su quinta que tenía en la parte de atrás.
Era ingeniero marino y en los últimos años había recorrido casi todo el mundo. Fue muy interesante la charla. Hablamos mucho sobre la historia del país, el presente, y el futuro. Nos contó que cuando se separaron de la Unión Soviética todo era un desastre, y que en ese momento estaban mejorando, que estaban creciendo muy rápido. Que había generaciones que se estaban quedando atrás, pero que para los jóvenes era un país muy prometedor.
En un momento tuvimos que frenar varios minutos, porque se nos cruzaron unas vacas en el camino. Los animales andaban sueltos por ahí, lo más tranquilos. En Georgia en general se respiraba un aire de paz y tranquilidad como en pocos lugares del mundo.
Una curiosidad de Georgia es que muchos autos tienen el volante del lado derecho, pero manejan por la izquierda. El señor nos contó que todavía había muchos porque eran más baratos. Eran autos usados importados de Japón. Pero que pronto se iban a prohibir porque era demasiado peligroso para adelantar autos, porque se maneja por el carril derecho.
También nos comentó que la policía había sido muy corrupta por mucho tiempo, pero que había hecho una limpieza general, y que en ese momento eran muy buenos. Que no tuviéramos dudas, que si necesitábamos ayuda, que la policía siempre nos iba a ayudar.
Y le preguntamos si él se sentía Europeo o Asiático. Porque Georgia se vende al mundo como europea, pero geográficamente es parte de Asia. Y el límite entre Asia y Europa no está claro y muchas veces depende de quién lo determine. Además habían sido parte de Rusia, ahora eran apoyados por Estados Unidos, pero se dicen europeos. Y su respuesta fue muy clara: «no quiero ser ni europeo, ni americano, ni ruso. Quiero ser georgiano, quiero ser libre.»
Y después agregó: «no quiero que nadie nos venga a enseñar cómo hay que vivir. A ellos no les importan nuestras tradiciones. Lo hicimos muy bien por cientos de años, nosotros solos. Ahora es más difícil solos, lo entiendo. Pero no nos tenemos que vender».
Con Agus no podríamos haber estado más de acuerdo.
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Después de la charla, nos enfocamos en disfrutar el camino. Era una ruta de montaña, todo muy verde, y bosques muy limpios. Georgia es muy famosa en la zona por sus paisajes naturales y sus montañas verdes.
En un momento cruzamos un tren, y el señor nos comentó que estaba llevando petróleo de Baku (Azerbaiyán) hacia el puerto de Batumi para exportarlo a través del Mar Negro.
Y más tarde siguió con el análisis de su país. Nosotros escuchábamos atentos y cada tanto preguntábamos algo. Nos dijo que eran muy conservadores en cuanto a las relaciones sociales interpersonales. Que eran europeos, pero que pensaban como Oriente. Y al final, después de la reflexión cerró con la siguiente frase: «en realidad somos georgianos y se acabó la historia».
En un momento paró a comprar unos de los «snickers georgianos» como los llamaba él. En realidad estaba hablando de la Churchkhela, un snack típico de Georgia. Que a la vista es medio raro, pero que cuando está fresco es bastante rico. Tiene la forma de un chorizo y lo exhiben colgando al igual que los chorizos, pero en realidad son nueces, almendras y avellanas unidas por un hilo y recubiertas por una mezcla de jugo de uvas u otras frutas y harina. Es un poco extraño, pero es rico.
Primero compró uno para cada uno y estaba un poco duro y seco. Creo que a ninguno de los tres nos había gustado. Nosotros era la primera vez que lo probábamos, no teníamos idea si era así o si estaban viejos. Pero el señor fue y compró uno más fresco y nos dijo que ese sabor era el verdadero. No estaba mal.
Subimos al auto y seguimos viaje. Le contamos que estábamos impresionados por la amabilidad de la gente y cuán fácil era hacer autostop. Y nos respondió que la gente de Georgia estaba muy orgullosa de su país y que le gustaba mostrarlo, entonces cada vez que veían a un extranjero lo trataban de ayudar. «Why not?» nos dijo. Por qué no? Y esa fue una frase que nos quedó para todo el viaje, e inclusive para la vida en general, por qué no?
Más adelante, el loco paró a comprar un pan típico que hacían en unas vasijas enormes. Lo venía buscando en cada puesto al costado de la ruta, y finalmente cuando lo encontró paró y nos dio para probar, un genio.
Finalmente nos dejó a 136 kms de Tbilisi.
En menos de 5 minutos (sí de nuevo, aunque no lo crean), nos levantó un chico que hablaba muy bien inglés y que quería a la Argentina porque según él había sido el primer país en reconocer la independencia de Georgia. Manejaba como un loquito. Hicimos 50 kms, y nos dejó en Gori (a 85 km de la capital, nuestro destino final). Era soldado y no podía creer que estuviéramos visitando Georgia.
El camino era todo montañas. Todo verde. Y lleno de vacas, siempre.
A menos de 100 kilómetros de Tbilisi se largó a llover. Mal. Debe haber sido una nube porque en menos de 2 kilómetros paró. Pero en ese momento llovía muchísimo.
Nos tuvimos que bajar en el medio de la lluvia y no había ningún lugar para resguardarse. Estábamos al costado de la ruta, tratando de parar algún auto y empapados. Por suerte, en menos de 5 minutos (aunque usted no lo crea) nos levantaron dos chicos que trabajaban en el Ministerio de Energía y estaban construyendo una granja eólica por la zona. Uno de ellos sabía inglés y fuimos charlando y tomando whisky en el auto. Eran unos personajes, no les pudimos decir que no.
Querían saber cómo habíamos llegado a Georgia. Qué hacíamos en su país. Porqué habíamos decidido visitar su país. De repente, empezamos a hablar de negocios y de construcción. Y en un momento pidieron que pusiéramos música de Argentina. Nos prestaron el celular y pusimos Banda XXI (un grupo de cuarteto, la música de Córdoba, mi provincia, mi ciudad).
La pusieron a todo volumen e íbamos cantando y bailando en la camioneta mientras entrabamos a Tbilisi. Los otros autos nos veían como locos, nosotros estábamos disfrutando el momento, fue muy divertido. Una experiencia de intercambio cultural distinta.
Nos llevaron hasta la puerta del hostel, unos genios, no lo podíamos creer.
Les dimos un poco cultura cordobesa para agradecer semejante hospitalidad georgiana.
Fue un día increíble. No sólo fue fácil llegar de Batumi a Tbilisi haciendo autostop, sino que en cada auto aprendimos algo nuevo. Fue una experiencia muy enriquecedora. Fue un gran día. Cosas que sólo se viven cuando uno viaja haciendo autostop, y está abierto a interactuar con los locales.
Alguno de ustedes ha tenido alguna experiencia similar haciendo autostop o conociendo gente de algún país lejano?
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