Persépolis fue el sueño de Dario I el Grande que encomendó la construcción de este enorme complejo en el año 512 a.C. y lo convirtió en la capital ceremonial del Imperio Persa. Su hijo (Jerjes I) y su nieto (Artajerjes I) lo ampliaron pero antes de que se cumplieran los 200 años del inicio de su construcción, Alejandro Magno la ocupó, la saqueó y quemó el Palacio de Jerjes. A partir de ahí la ciudad entró en declive.
Hoy en día sus ruinas son la principal atracción turística de Irán. Es una visita obligada si se visita la ciudad de Shiraz, ya que está a solo 70 kms de la ciudad más importante del sur del país. Y este fue nuestro caso. Estábamos en Shiraz y el último día decidimos visitar esta maravilla histórica.
Para colmo estábamos parando en la casa de Peyman, un experto en Persépolis. Mejor imposible.
Como era el día final de Ramadan, Peyman se fue temprano a rezar y ser parte de la celebración del fin del mes de ayuno diario que practican una vez al año los musulmanes.
A nosotros nos pasó a buscar un amigo de él y fuimos directo a Persépolis para encontrarnos directamente en el lugar. Peyman, cuando se liberó, pasó a buscar a los 3 suizos que habíamos conocido el día anterior en una mezquita y todos nos encontramos en la entrada principal del complejo.
Peyman se pasó.
Visitar un lugar histórico con un guía es completamente distinto a visitarlo solo como lo hice en Éfeso. Y si el guía es tu amigo y el tour es personalizado y flexible, aún mejor.
Las ruinas son piedras lindas y se puede leer toda la información en internet antes y/o después. Pero recorrer todo con una persona que sabe y con la que además tenés confianza es otra cosa.
Nos contó toda la historia y nos explicó cada una de las cosas que veíamos en detalle.
Genio Peyman y fantástico Persépolis!
Era muy cómico porque los suizo tenían exactamente la misma dinámica que Agus, Anita y yo. El más chico en tamaño era amigo de la chica y por otro lado amigo del más alto. Y ambos se juntaban para molestar a Tara. No paraban de cargarse y reírse. Hasta tenían las mismas edades que nosotros. Mucha casualidad.
Después de Persépolis, pasamos por otras ruinas, pero ahí solo paramos a sacar fotos. No entramos porque no queríamos pagar y «perder» tiempo en algo parecido a lo que acabábamos de ver.
De ahí nos fuimos a comer a un restaurant bastante lindo y verde. Todos juntos. Los suizos, nosotros tres y la familia entera de Peyman.
Como siempre que se juntan viajeros que hablan algún idioma en común, charlamos de política internacional, economía, religión, y obviamente de viajes.
Y de ahí fuimos a Little Ámsterdam. Sí, aunque no lo crean hay uno en el medio de Irán.
Era un pueblo que se llama Ghalat que tenía menos de 3.000 habitantes y estaba a unos 50 kms de Shiraz. Solía ser conocido por su producción de vino, también ilegal en Irán. Ellos tenían plantaciones de vides que son legales y después hacían el vino puertas adentro. Después de años de sequía probaron cultivar marihuana por la facilidad con la que crecía la planta y por la rentabilidad potencial que podían tener.
Si bien todo es ilegal, dicen que se pagan sobornos a la policía para poder operar y que cada tanto hay disturbios y peleas.
Era un pueblo muy antiguo, bastante destruido, con más las callecitas que subían y bajaban. Casi ningún turista, lleno de gente local. Mucho verde, al lado de las montañas. Muy lindo. Mucho mejor que Shiraz, me hubiera quedado ahí.
Estuvimos un rato ahí y seguimos viaje porque sino los suizos iban a perder su vuelo de vuelta.
Después nos llevaron al centro comercial más grande de Medio Oriente a hacer tiempo hasta que el gran Peyman llevara a los suizos a su hotel.
Más tarde volvimos a la casa y había fiesta familiar. Hubo baile, hula hula y varias cosas locas más. También conocimos un nuevo guest de la casa (un médico español que era un personaje como poco que he conocido en mis años viajeros). Fue una linda forma de despedirnos de Shiraz.
Al día siguiente conversamos un poco con el increíble personaje español que había llegado la noche anterior que no paraba de contar historias alucinantes que bordeaban lo real pero curiosamente era ciertas. Tuvimos una despedida emotiva y salimos nuevamente a la ruta a hacer autostop.
Después de subirnos a una 4×4, una camionetita y 5 autos, finalmente llegamos a Yazd.
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