Llegué a Aarhus, la segunda ciudad de Dinamarca, de noche. Bajé del bus en la terminal, y antes de ir al hostel que quedaba a unas 15 cuadras, quise ir al baño. Pero otra vez lo mismo, tenía que pagar. Tenía que cuidar mi riñón, pero también mi bolsillo. Dinamarca dista mucho de ser barato, y estaba gastando sólo en lo esencial. Hasta la oficina de turismo de la terminal cobraba si le hacía una consulta a algunos de los empleados (cosa que nunca había visto en mi vida). Tenía coronas danesas, pero me parecía una locura. Me fui hasta el hostel.
El hostel era carísimo (alrededor de 30 euros la noche), pero no había otras opciones más baratas. Y había decidido visitar esta ciudad el día anterior, no tuve tiempo para conectarme con algún local que me alojara en su casa. Para colmo al hostel le faltaba toda la onda, en realidad era un hotel convertido en hostel. Ni siquiera tenía color, todas las paredes blancas al mejor estilo hospital. Arrancamos mal, por suerte después iba a mejorar.
En mi habitación había un finlandés muy piola con el que me quedé hablando por bastante tiempo. Era la primera vez que conocía alguien de su país, así que le hice como mil preguntas. Había comido en el bus, en el camino desde Copenhage, así que después de darme un baño fui a dormir para hacer lo más productivo posible el día siguiente.
Me desperté temprano y como vi que estaba lloviendo, me acosté de nuevo un rato más. Parecía que la lluvia me estaba persiguiendo. De los últimos 10 días, me había llovido como 7, y en partes completamente distintas de Europa. Finalmente me levanté, pedí mapa en la recepción como para ubicarme mejor, marqué lo que quería ver, y salí a caminar.
Primero fui a la catedral. Entré, y como había visto en Copenhage, todo muy blanco y bastante grande. Pero lo que más me sorprendió fue que había un barco colgando en uno de los costados.
Salí a caminar por la peatonal principal y estaba lleno de gente. Y ahí fue cuando me di cuenta que era sábado, la mayoría de la gente eran locales. Aarhus no es una ciudad muy turística la verdad. Paré a escuchar un coro de chicas que estaban cantando canciones navideñas en la calle, muy apasionadas, ofreciendo muy buena música de manera gratuita para la gente que pasaba por la peatonal. Se ve que algunas eran canciones conocidas (yo no entendía nada claramente), porque varios nenes se pusieron a bailar y cantar alrededor de las chicas.
Después de eso paré a desayunar tranquilo, y me quedé observando a un nene (que parecía salido de una publicidad televisiva) mientras desayunaba con sus mamá. Estaban al lado mío y yo le hacía caras al nene para que sonriera. Fue un momento muy divertido. Y ahí me puse pensar como los conceptos de belleza son creaciones culturales. Casi todas las personas en Dinamarca son «un 10» en Argentina. Todos altos, rubios, de ojos claros, tez clara (pero no desabrida como la de otros países). Pero para ellos probablemente eso sea lo normal, y lo destacado sean los morochos de tez oscura. En Argentina la madre que estaba al lado mío, hubiera sido claramente una milf, y el nene uno perfecto para una publicidad de pañales. Pero ahí en Aarhus, eran uno más de la multitud.
Las luces navideñas estaban prendidas aunque fuera de día porque el día era gris, estaba más oscuro que de costumbre. Más adelante me crucé con otro grupo cantando en la calle, pero ya no a capella sino con batería, órgano, todo. Por lo que entendí, era canciones de Navidad, semi religiosas, pero rockeras, muy buenas! Me quedé a escuchar varios temas y ver a los nenes bailando al ritmo de la música en plena peatonal abajo de la lluvia. Según dicen es la ciudad más feliz del mundo. No lo dicen ellos, lo dicen numerosos estudios. Lo pueden googlear.
Seguí caminando, y de lejos vi el Museo de Arte ARoS, la principal atracción de la ciudad. Por la diversidad y el nivel de la obras que se exponen adentro del museo, pero también por un detalle que lo hace único en el mundo. En el techo, en el piso 10, está el delirante rainbow walk. Una pasarela circular, toda vidriada, que va cambiando de color y pasa por todos los colores del arco iris. Pueden obtener una vista panorámica de la ciudad, a través de los colores del arco iris, a medida que van dando la vuelta a la pasarela. En ese momento no fui, sino que seguí caminando.
Fui directo hasta otra de las atracciones más importantes de la ciudad, el Den Gamble By. Un museo al aire libre que es un mix de edificios históricos de distintas ciudades de Dinamarca. Es como un pueblito, donde cada casa muestra algo de la historia del país y su cultura.
Había varios negocios, la historia de la vestimenta, de la música, etc. La muestra de música era muy interactiva, había auriculares para escuchar temas de ditintas épocas, y hasta un estudio de grabación para meterse y cantar.
Donde me metí fue en una casa de navidad para chicos. Fue muy cómico ver a los chicos jugar y divertirse sin entender nada lo que estaban diciendo. Algunas palabras de danés ya había aprendido, pero seguía sin entender nada. Sus sonrisas hablaban el lenguaje universal de la felicidad.
En otra casa aprendí sobre la historia de los relojes, con un relojero trabajando de verdad. En otro lado, una kermese antigua para niños, y de nuevo los chicos estaban como locos, saltando de acá para allá.
Cuando me estaba yendo, escapando de la multitud, vi una casa con un cartelito que decía exposición de pósters. Entré y esa fue la que más en gustó! Y abajo en el mismo edifico había una exposición de relojes de bolsillo y una de artefactos de plata y porcelana.
Después de una hora más o menos, salí corriendo del lugar porque estaba lleno de gente. Era fin de semana, y ya es bien sabido que a mí no me gustan los amontonamientos de gente. Salí de lugar y me fui al jardín botánico. La lluvia había parado pero el cielo seguía gris.

Entré sin saber mucho que había para ver. Terminé en una especie de cúpula de madera, sentado en unos sillones de pasto, viendo una proyección de la naturaleza de diferentes lugares de Dinamarca, con sonidos que te transportaban al lugar, y hasta olor a verde (si soy sinestésico, o al menos el verde lo puedo oler). Después había una exposición muy buena sobre concientización de la deforestación y las consecuencias del consumo actual. Sobre la explotación de los suelos y resultados en el medio ambiente a nivel mundial.
En la parte de la selva tropical había hasta mariposas volando encima del lago con planta del Amazonas y hasta pirañas.
Caminé un poco por el parque y volví para la zona del museo.
Es increíble ver a los daneses luchar con su bicicleta contra el viento, y no se rinden, pedalean y pedalean sin parar. Muy buen ejercicio diario andar en bicicletas a todos lados. Buen hábito!

Paré a comprar una hamburguesa en el camino en un lugar chiquito que vi de lejos. Resultó ser muy buena la verdad, no era barato (creo que no existe esa palabra allá) pero al menos fue muy buena comida.
Después fui a ver la parte que más promocionaban y la que me terminó gustando más. La exhibición de Monet, y otros artistas impresionistas franceses. Muy alto nivel, no lo esperaba ver en Aarhus la verdad. Se nota que el museo ese era reconocido.

La exhibición china era una porquería, salvo dos cuadros realistas muy buenos que parecían una foto (aclaro el hiperrealismo no me gusta para nada, pero soy capaz de reconocer que no debe ser fácil pintar igual que una foto).
Después vino una exposición con un orden cronológico de pintura danesa que hasta el realismo venía muy bien, el modernismo ya no, y el surrealismo la cagó entera (para mi gusto).

Vi tantas pinturas que no me gustaron que decidí ir directo al atractivo más importante del museo: el Rainbow Panorama. A la terraza del piso 9 no se podía salir porque había mucho viento, por eso seguí subiendo hasta el 10, hasta la pasarela de colores.
Yo siempre digo que tengo solo vértigo a las alturas inseguras, pero en esta ocasión me morí de miedo. Se escuchaba el rugido del viento mal, y si bien la estructura era súper estable, entraba viento a propósito para que sea mas real, y ese viento más el ruido me daba un pánico terrible. A medida que iba avanzando, necesitaba poder ver a alguien antes de la curva del círculo sino sentía que me iba a volar solo, al menos si había gente me podía agarrar de ellos.
Finalmente fui a ver un área donde había obras del expresionismo que tampoco me gustó. Y de lejos me crucé al finlandés en el museo, chamuyando a una chica, creo que él ni me vio. Recorrí todo tan rápido que 10 minutos antes que cerrara ya estaba afuera. Volví al hostel temprano, después de caminar por la peatonal y por la ribera del río.

Al día siguente, domingo a la mañana. Como en todos lados que me tocó estar un domingo en la mañana, desierto y con rastros de las salidas de la noche anterior. Para nada limpio Dinamarca.
Es el palacio de verano de la reina y uno entra como si estuviera en su casa, es increíble. El palacio en sí, el edificio, siempre está cerrado, y los jardines se cierran cuando ella está de visita. Yo entré al parque abriendo una reja y adentro no había nadie. Muy buena vista del mar desde el palacio.

De vuelta hacia la zona céntrica, caminé por un parque muy lindo, con bastante gente haciendo ejercicio y me fui a desayunar a la peatonal. Trabajé un poco y fui al hostel a buscar la mochila. De ahí fui directo a la terminal. Justo había una cadena de pizzas norteamericana en la terminal, y me comí una pizza a lo yankee. Por 30 minutos me sentí en Estados Unidos, no sólo por el sabor de la pizza, sino también por el hip hop a todo volumen en el negocio.
Llegó mi bus y partí nuevamente para Copenhage. Al día siguiente tenía planeado ir a Malmo, una ciudad sueca a sólo 28 kilómetros de la capital danesa.
Vale la pena visitar la segunda ciudad de Dinamarca y una de las ciudades más felices del mundo? En mi opinión, si no se la visita no se pierde nada muy interesante. Me quedé con las ganas de ir a otras ciudades danesas como Skagen, Riba y Ærøskøbing, pero Aarhus fue la más conveniente porque estaba mejor conectada y era más fácil armar un viaje un día antes. En el futuro espero tener tiempo (y plata) para poder explorar Dinamarca un poco más!
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