Había escuchado buenas referencias de Cuenca. Un pueblito en el medio de las montañas, con casas muy particulares, y muy pintoresco. Pero estar ahí es otra cosa. Cuenca me sorprendió, es más, creo que es lo que más me gustó hasta ahora de España. Cuenca, además, me dejó con ganas de que la explore más. Estuvimos menos de 24 hs dando vueltas por el casco histórico, y eso alcanzó para que quedara hechizado por la belleza y la historia de esta pequeña ciudad.
Llegamos en auto desde Valencia, alrededor de las 3 de la tarde. Fuimos al hotel, un antiguo monasterio en el medio de la montaña (pasando la ciudad nueva y la ciudad histórica), dejamos las cosas, y fuimos en el auto hasta un parking que habíamos visto en el camino, que quedaba al lado de una mini oficina de turismo.
Estacionamos, y en la oficina no había nadie. La ciudad vieja, quedaba arriba nuestro. Estábamos al lado, pero nosotros estábamos abajo, y la ciudad arriba de la montaña.
Así que subimos por la primera rampa que vimos, y siguieron escaleras, rampas, más escaleras, más escaleras, más escaleras, rampa, más escaleras. Cada tanto parábamos porque mi papá se estaba muriendo.
Llegando al final, había un puesto que vendía agua, claro, y compramos una grande.
No sé porqué dicen que Europa es un destino para gente grande. Te dicen que explores el resto del mundo primero, y cuando seas mayor vengas a Europa. Nunca en mi vida caminé tanto, ni subí tantas escaleras, como lo estoy haciendo desde que estoy en Europa. Si no tenés buen estado físico, te perdés la mitad de las cosas, y la mayoría de la emoción.
Finalmente llegamos! Aparecimos en una plaza, estatua de bronce, construcciones del siglo XV, gente comiendo en mesitas al aire libre, al costado de la calle, todo muy pintoresco. Callecitas angostas que se abrían para todos lados, todas de piedras, que se iban abriendo entre las antiguas casas construidas en varios pisos, y varias de diferentes colores.
Hicimos un par de cuadras más, y aparecimos en la Plaza Mayor. Como toda casi todas las plazas mayores de España, tenía la catedral (muy bonita, por cierto) y el ayuntamiento (un edificio barroco muy interesante). Pero había algo raro. A diferencia del resto de las plazas mayores, ésta no era cuadrada, ni siquiera rectangular. La Plaza Mayor de Cuenca era triangular, de alguna manera simulaba los dos ríos (el Júcar y el Huécar) que la rodean y que se unen más adelante.
La Catedral de Cuenca es un caso muy extraño. Ya va por su tercer fachada, tuvo varias reconstrucciones porque se le cayeron torres, pero nunca se terminaron de hacer. Estaba planificado que fuera mucho más grande, pero el proyecto quedó a mitad de camino por falta de fondos. Se nota a simple vista, hay cosas de la fachada y sobre todo en los laterales, que las han dejado a medias.
Fuimos hasta la oficina de turismo, casi al lado de la plaza, pedimos mapa y preguntamos los puntos de interés más importantes. Y justo había un tour guiado, caminando, por toda la parte histórica, que empezaba en 20 minutos, duraba 2 horas, y salía 5 euros por persona. No lo dudamos y fuimos a buscar al guía que estaba esperando en la puerta de la catedral.
Nuestro guía, Jurgen, un holandés que hace más de 20 años que vive en Cuenca, resultó ser un personaje muy interesante. Yo no soy muy fanático de los tours o visitas guiadas, pero Jurgen no era un guía cualquiera. A lo largo del recorrido, que terminó durando más de 2 horas, nos fue contando la historia de una manera muy particular.
Primero, que el recorrido fue girando alrededor de dos famosos dibujos de Cuenca que hizo un holandés hace 500 años. Segundo, que en todo momento contaba la misma historia desde distintos puntos de vista o corrientes históricas, inclusive sumando hasta leyendas. Y después, dejaba la puerta abierta para que cada uno sacara sus propias conclusiones. Se podría decir que era un «historiador objetivo», si es que eso es posible y no es una contradicción el solo hecho de unir esas dos palabras.
Y así nos llevó de un lado a otro del casco histórico, subiendo escaleras, bajando escaleras, cruzando túneles, subiendo y bajando rampas, etc. Dos chicas de Paraguay que vivían en Madrid se estaban muriendo, una familia hizo todo el recorrido cargando la bebé con su carrito; así que no hay excusas, cualquiera lo puede hacer.
Empezamos de día y terminamos casi a las 7 de la tarde, ya de noche.
Y así nos contó todas las historias de Cuenca. Empezamos en la Plaza Mayor, la Catedral, y seguimos por todo el resto. Vimos los restos del castillo y partes que han quedado de las murallas, el Arco de Bezudo, varios conventos, la Iglesia de San Pedro, el gigantesco seminario que está casi abandonado y nadie se anima a remodelar, la Torre de Santo Domingo, varias plazas, las cosas colgantes, varias puertas de entrada/salida de las antiguas murallas, y unas vistas desde arriba de la montaña que eran espectaculares.
Lo mejor de todo, es que cada uno de estos lugares tenía una historia, o mejor dicho varias historias, y siempre algún condimento extra que la hacía divertida o que te dejaba pensando. Era muy bueno Jurgen! No se si para todo el mundo, porque era una persona con mucho pensamiento crítico, muy inteligente, y a veces hacía comentarios que no estoy seguro que los hayan entendido todos.
Poco más de 2 horas haciendo ejercicio, recorriendo una ciudad muy interesante, de la mano de un personaje curioso y entretenido, hicieron que me quedara con muchísimas ganas de volver. Yo siempre digo que siempre hay que dejar cosas sin hacer en los lugares que más te gustan, para tener una buena razón para volver, y Jurgen coincide, así que a Cuenca vuelvo seguro.
Las historias de cómo tiraban las materias fecales desde las ventanas avisando con un grito, para después pasar a instalar baños. Los lugares desde donde caían a la calle empezaron a disminuir, y a ser más «seguros». Para después pasar a instalar tubos que dirigían las heces a un lugar determinado. Y muy interesante saber como el tamaño del baño (construido para afuera para ganar espacio, por lo que se distinguen desde abajo) daba una idea del poder económico de la familia.
Era muy interesante, ir aprendiendo cómo fue cambiando la fisonomía y la cultura del pueblo de Cuenca, a lo largo de la historia, en función de quiénes iban teniendo el poder.
Muy curioso, fue aprender que muchas de las casas fueron creciendo para abajo. Que tenían 5 pisos por ejemplo, a la calle tenían 5 pisos. Pero para seguir expandiendose, fueron ganadole espacio a la montaña y construyendo para abajo. Entonces, hoy, vemos casas al borde de la montaña, con 10 pisos. Y si las vemos del lado de la calle tienen 5 pisos, una locura!
Terminamos el tour viendo las casas colgantes de noche, con una iluminación modernosa que no concuerda mucho con la casa. Nos despedimos de Jurgen y fuimos a cruzar el puente de hierro (Puente San Pablo) para volver al auto. El puente de hierro que se supone que iba a ser provisorio, quedó así para siempre. Debo admitir que me daba un poco de vértigo, pero lo cruzamos sin problemas. Es más, paramos a sacar un par de fotos de las casas colgantes.
Volvimos al auto y estábamos agotados. Comimos algo en el hotel, trabajé un poco, y después seguí armando mi viaje. De Cuenca fuimos a Toledo, pero después mi papá volvió a Argentina y yo quedé solo para seguir explorando.
Mi idea era empezar por Europa del Este e ir bajado y volviendo hacia el oeste. Conseguí un pasaje barato a Cracovia (Polonia), así que hacia allá fui!
Deja una respuesta