Esta es la historia de una roomate muy particular que estuvo viviendo conmigo en Buenos Aires por poco más de un mes. Veronika (le cambié el nombre para proteger su privacidad) no fue una persona más, de esas que se conocen en el camino, y que se olvidan fácilmente. Vero encierra una historia que probablemente no olvide nunca más.
Como algunos ya sabrán, durante mi estadía en Buenos Aires, estoy viviendo en un departamento con una familia que alquila habitaciones con baños privados a extranjeros. Conmigo hicieron una excepción aunque para mucha gente de Buenos Aires ser del interior sea ser extranjero.
Los personajes, de distintas partes del mundo, van pasando y yo me quedo en el mismo lugar (ya vendrá mi hora de partir). Mis hosts hacen una elección muy cuidadosa de la gente que viene a vivir con nosotros, aplican muchos “filtros”, y siempre termina siendo gente muy interesante.
Veronika no fue la excepción.
Antes de que llegara a la Argentina, sabíamos muy poca información de ella. Sabíamos que era de Rusia, que vivía en Rusia, que venía a la Argentina por cuarta vez, y que se iba a quedar un mes y medio.
Motivo de viaje? Nada. Edad? Nada. Ciudad donde vivía? Nada.
La rodeaba un aura de misterio. No daba mucha información por internet, y hasta llegamos a pensar que era una espía secreta de la KGB (sobre todo ahora que nuestra presidente está tan íntima con Putin).
Yo estaba muy entusiasmado porque nunca había interactuado con alguien de Rusia (sólo había visto a varios rusos cuando era chico y fui a jugar un torneo de básquet a Francia, pero no tuve la oportunidad de hablar con ellos).
Llegó y los primeros días no compartimos mucho. Seca, monosilábica, distante; los primeros días era muy difícil que contestara una pregunta abierta. Las únicas respuestas eran sí o no. Asumo que los argentinos somos muy preguntones, y que la gente de otras culturas no suele compartir información personal con desconocidos, pero esto era mucho.
De a poco se fue ablandando y conocimos el objetivo real de su viaje: ver a una actriz argentina (la vamos a llamar «Juana»).
¿WTFFFF????????????? (literalmente fue mi reacción)
A todo esto, ella no hablaba nada de inglés, hablaba perfecto español. Y no era de Moscú o San Petersburgo (básicamente las únicas dos ciudades que la mayoría conoce de Rusia); sino que era de una isla en la otra punta de Rusia, bien bien al este, una isla al norte de Japón (había llegado en un vuelo de 4 escalas que duraba 3 días!!).
Y todo este esfuerzo de cruzarse el mundo para ver a Juana?? Sí, aunque usted no lo crea. Pero lo más interesante es que esto es sólo el comienzo….
Día a día fuimos descubriendo más y más su fanatismo por Juana, como si ella hubiera planificado no darse a conocer de una, para que no pensáramos mal de ella.
Yo sabía que los rusos veían novelas argentinas y que algunas actrices son muy famosas allá, pero de Juana no tenía ni idea.
Resulta que Vero había crecido viendo sus novelas y se había vuelto fanática a la distancia.
Pero… qué más hizo, además de cruzarse a la otra punta del mundo, para ver a Juana??
Esta chica no era ninguna tonta, tenía un plan, y había pensado cada detalle para poder aprovechar al máximo su estadía en Buenos Aires. Ya conocía casi toda la ciudad, así que podía dedicar su tiempo a buscar la forma de ver a su ídolo.
Primero que nada, vino a vivir con nosotros porque resulta que el departamento donde me estoy alojando queda a sólo una cuadra de la casa de Juana.
Vino en octubre porque en esa fecha cumple años Juana y también cumple años su hija.
Tenía una cuenta de twitter dedicada exclusivamente a ella, donde había conseguido más de 4.000 seguidores (descubrí que no es la única y que hay cientos de cuentas dedicadas a ella).
Las cenas que compartimos en el departamento eran muy graciosas porque ella, siendo de Rusia, conocía mucho más la farándula Argentina que nosotros. Le gustaban sólo las actrices de 60 años para arriba (las que podían llegar a actuar de madres de Juana), a todas las demás «no las quería» porque las consideraba competencia de su ídolo. A todos los galanes que habían trabajado con Juana los amaba.
Otra cosa muy cómica a la noche, eran las discusiones de política, ya que ella, siguiendo a Juana, era ultra kirchnerista, ciega, sin ni siquiera saber mucho de Argentina. «Odiaba» a Lanata y nos contó que desde Rusia, siempre veía las cadenas nacionales de Cristina (de punta a punta!), porque a veces la enfocaban a Juana.
Un día entró en una «depresión profunda» porque había llamado a la casa de Juana y le habían dicho que ella se había ido de viaje a Italia y a Rusia. Vero casi cambia la fecha de su pasaje de vuelta, una locura. Le hicimos entender que podía no ser verdad, que podía ser para distraer a los fans (cosa que terminó siendo así).
Nuestra host le consiguió entradas VIP para ir a ver Showmatch (el show N°1 de la televisión argentina) para ver si se le pasaba la depre. Iba a estar rodeada de famosos argentinos. Fue a ver el espectáculo, pero no la convenció porque el VIP no era cómodo (estaban paradas viendo desde un costado) y porque no estaba Juana.
Para el cumpleaños de Juana, le regaló un ramo de rosas y un collage con fotos.
Yo realmente no lo podía creer, de vez en cuando pensaba que era sólo una fachada, y que en serio era una espía de Putin. Tal nivel de fanatismo no podía ser cierto. Es de esas cosas que te las cuenta algún amigo o que ves en televisión, pero no suele ser algo que uno viva en carne propia.
En realidad lo que me sorprendía era el nivel de fanatismo por alguien que en mi registro ni siquiera era tan famoso, y menos en la otra punta del mundo. Pero si lo traslado al mundo del deporte (que conozco y entiendo un poco más que de la farándula) lo comprendo perfectamente, hay fanáticos de deportistas famosos en todo el mundo. Sin ir más lejos, hubo casos increíbles de gente que hizo locuras para ir al mundial de Brasil 2014. «Cada loco con su tema».
No recorrió mucho de Buenos Aires (en realidad ya lo conocía casi todo de las visitas anteriores), sólo se iba cada tanto al conourbano a encontrarse con personas que vendían ejemplares antiguos de revistas donde salía Juana o a ver recitales de famosos del que eran fanáticas amigas suyas de Rusia.
El único momento en el que me dio un poco de cosa, un poco de «miedo» más bien, fue un día que me levanté a desayunar y ella se sentó a desayunar al frente mío con unos binoculares colgando del cuello. Le pregunté para que los usaba, y me contó que creía o intuía que como había estado haciendo guardia un día al frente del edificio de Juana, creía que el seguridad la iba a reconocer, así que ahora la estaba «vigilando» desde la ventana de su habitación con los binoculares!!
Nuestra host le ofreció ir al balcón del departamento de una amiga, que daba al frente del de Juana, para ver si la podía ver aunque sea un segundo. Lamentablemente no se dio.
La verdad hay que reconocer que Veronika le metió mucha garra, mucha dedicación. Si toda esa energía la usara en algo un poco más productivo podría hacer grandes cosas…
Lamentablemente este año no pudo conseguir verla, pero no hay problema… Vuelve el año que viene…. Es más, nuestro host le hizo una apuesta y le prometió que si el año que viene no gana el kirchnerismo, va a estar tan contento que la aloja gratis….
Veremos que pasa….
PD: se cansaron de leer la palabra “Juana”? Imagínense yo escuchándola todo el día.
Hasta la próxima!
eileen dice
muy gracioso tu relato Fran. Yo ya lo sabia porque tu host me habia comentado algo. beso, eileen.
Francisco Ortiz dice
La verdad que sí, cuando se lo contaba a diferenes amigos, nadie me creía. Un personaje loco de esos que se conocen en el camino. Venir desde la otra punta del mundo por un ídolo es un gran gesto de admiración, hay tantas razones para viajar como viajeros hay en el mundo.
Saludos Eileen!
flavia dice
¡Que lindo la matrioshka que hiciste con el semblante de Andrea!
Interesante lo que nos contas de esta joven que llega a nuestras pampas desde el otro lado del mundo. Saludos
Francisco Ortiz dice
Gracias! La verdad que muy interesante, me introdujo en un mundo nuevo que desconocía totalmente. Las personas que viajan (y a veces hasta la otra punta del mundo) para conocer a sus máximos ídolos son muchas más de los que la gente cree. En cierta forma hasta los envidio un poco, a mí me cuesta encontrar un individuo que despierte tanta admiración de mi parte y por el cual haría semejante esfuerzo. Creo que por alguien con el que tuviera una relación especial lo haría sin dudas, pero por un desconocido no creo.
Saludos viajeros!