Unos días antes había ido por primera vez a una playa nudista en Fuerteventura, la primera de las Islas Canarias que visité. Pero cuando Cecilia (la amiga de mi papá que me alojó en la isla de Lanzarote) me dijo que en su isla existía un pueblo nudista, no lo dudé y decidí ir al día siguiente. Ya no me quedaban muchas cosas por hacer en Lanzarote, y la verdad es que visitar un pueblo enteramente nudista me llamaba mucho la atención, me despertaba mucha curiosidad.
No es que quisiera ver gente en pelotas, ni que yo ande en pelotas por la vida (en mi casa en Córdoba la verdad es que a veces sí). Pero la verdad es que secretamente admiro un poco a la gente que tiene el valor de dejar todos los prejuicios, mambos, y «que diráns» atrás.
La gente que practica el nudismo o el naturismo promueve la igualdad y lo natural como estilo de vida. No es sólo desnudarse, es una filosofía de vida. Una manera de vivir muy relajada comparada con la locura de las grandes ciudades. A nadie le importa el aspecto físico del otro, la gente se concentra en la esencia de las personas y no en lo superficial.
Cecilia me había dicho que el pueblo se llamaba Mala, pero googleando esa noche descubrí que el pueblo nudista era Charco del Palo. Mala era uno de los pueblos cercanos. Al día siguiente, después de visitar un rato la comercial ciudad de Puerto del Carmen, fui manejando hasta Charco del Palo.
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Situada al noreste de la isla, Charco del Palo es un pueblo/asentamiento/villa vacacional (no se ponen de acuerdo), creado por un emprendedor alemán. Poca gente vive establemente ahí, la mayoría de las casas se alquilan y suelen estar habitadas por turistas que escapan de las grandes presiones de las ciudades y se toman unos días de «descanso natural y de desconexión total».

Llegué al pueblo, di unas vueltas con el auto para ver cómo era, y en 2 minutos ya le había dado como 3 vueltas. Estacioné el auto y bajé. Bajé con el traje de baño puesto porque todavía no estaba 100% seguro de cómo funcionaban las reglas del lugar y no quería pasar un mal momento. Todavía no sabía si la gente andaba en pelotas en la playa o en todos lados.
Estacioné en la calle y fui caminando hasta la costa. Imaginen un lugar muy chico, de no más de 10 cuadras. Estaba a sólo 1 cuadra de la costa. Me habían dicho que no había playa, sino que había una suerte de piletas naturales y fui en busca de ellas.
En el camino me crucé a un hombre totalmente desnudo que iba caminando por la costa de acantilados. Era toda una zona de acantilados, con algunas bajadas al mar rocosas. Todavía no lo interpretaba como una señal, después de todo era una sola persona, podía ser un loco al que le gustaba andar en pelotas.
Me crucé con otro hombre desnudo, y ahí ya me di cuenta que el lugar era libre. A nadie le importaba nada lo que pensaba el otro, cada uno hacía la suya. Lo saludé con un movimiento de cabeza y seguí caminando por la costa. A lo lejos alcancé a divisar una de las piletas, y llegué a ver que había varios cuerpos tirados tomando sol en pelotas. «Listo, ésta es la mía» – pensé. Y me fui caminando hasta allá.

Busqué un lugar que no estuviera muy cerca de alguien, extendí la toalla en la arena, dejé la mochila, me saqué el traje de baño y me acosté a tomar sol «al natural». Cada uno estaba en su mundo, tomando sol o en la pileta natural, tranquilo, sin molestar a nadie. Estuve un rato ahí, hasta que empecé a sentir el calor (era el mediodía, pésima hora para estar al sol). Entonces decidí meterme al agua.
Había muy poca gente (menos de 10 personas) y como siempre, la mayoría +60. Casi todos estaban tomando sol, y cada tanto se metían al agua. Muy tranquilo, muy pacífico todo. Una tranquilidad que no había en otras playas de la isla.
No entendía porqué habían arruinado todo el ambiente natural con una baranda de metal en la entrada de la pileta. Hasta que me tocó entrar. Pensé, ésto es para los ancianos. Y después del segundo paso en el agua casi vuelo por los aires.
Todo el piso de la pileta tenía algas, era híper resbaloso.
Me patiné, di una vuelta 180° y de suerte alcancé a sujetarme de la baranda para no caer al agua.
El único señor que estaba en la pileta en ese momento se mató de la risa (aunque creo que la contuvo bastante). No dijo nada, pero viendo su cara, interpreté que me estaba diciendo que para algo estaba la baranda, que mejor agarrarme fuerte hasta estar más adentro, sino me iba a volver a patinar.
Nadé un poco y exploré los alrededores de la pileta. Cuando venía una ola fuerte o subía la marea un poco, entraba más agua, por lo que no era agua estancada. Es más, en la pileta me llevé la sorpresa de que había peces, algunos medios grandes, como de 15 cm (estoy hablando de los peces, eh).
Como ya estaba un poco aburrido de estar ahí tomando sol en pelotas y de la pileta, junté mis cosas y salí a caminar por la costa. Ojotas puestas, mochila en la espalda, lentes de sol, y nada más.
Caminé como un km siguiendo un sendero, en forma paralela al mar. De nuevo me crucé con varios hombres solos caminando, y una que otra pareja. Todos +60, o +70 mejor dicho. Con una apertura mental notable para su edad.
¿Por qué será que los ancianos, que se suponen más conservadores, son los más habituales en este tipo de lugares?
¿Los jóvenes no se animan?
Cada vez que me cruzaba con alguien lo saludaba con un cabeceo y una sonrisa amable, y siempre recibía la misma respuesta. Todos en pelotas, obvio. Nunca me crucé con alguien sub 40. Y yo 26, ¿qué habrán pensado ellos?
No es que me importara, pero me daba curiosidad.

Si hay algo de lo que me cuidaba era de no parecer el típico turista que va un rato a ver estos locos que andan en bolas por la vida. Quería tratar de ser uno más, y respetar al máximo sus «reglas». No estuve mucho tiempo en el lugar, pero me hubiera gustado charlar más con la gente de ahí.
Volví a la pileta un rato, me metí al agua, y cuando me di cuenta, ya eran más de las 3 de la tarde y todavía no había almorzado. El hambre ya empezaba a picar y decidí ir al pueblo a comer algo. Como todavía no había visto a nadie practicando el nudismo en el pueblo en sí, me puse el traje de baño y fui a buscar algo para comer.
No había nadie en la calle, estaba todo desierto. Casi que no había negocios y los pocos que me crucé estaban cerrados. Hasta que encontré un bar. Entré vestido con el traje de baño, y el chico que estaba trabajando ahí también estaba vestido.
¿No se suponía que todo el pueblo era nudista? – fue lo primero que le pregunté con un poco de vergüenza.
El dialogo, resumido, fue el siguiente (por suerte era español, casi todos eran alemanes en el pueblo, aunque calculo que si hubiera sido alemán hubiéramos hablado en inglés):
– ¡Hola! Te hago una pregunta, ¿cómo funciona el tema acá? – dije con un dejo de timidez.
– Acá es todo libre. La gente anda desnuda por todos lados, por la calle, en la playa, en su casa, en todos lados. – dijo el chico con una sonrisa.
– Entonces ¿por qué vos estás vestido? – le retruqué.
– Yo estoy vestido porque no soy de acá, sólo vengo a trabajar. Mirá por la ventana un rato y vas a ver pasar a la gente en pelotas. – de nuevo esbozando una sonrisa.
– ¡Ah! Ok, ¡gracias! ¿Tenés algo para comer?
– Ya es tarde. La cocina está cerrada. No tenemos nada. El cocinero ya se fue y vuelve en 2 horas.
– ¿En serio? Estoy muerto de hambre. ¿No hay nada de nada? Cualquier cosa. ¿Estás seguro de que no hay nada?
– A ver, espera un segundo. – Me dijo el chico mientras entró a la cocina a buscar si tenía algo. Desde la cocina me dijo lo siguiente: lo único que te puedo hacer es un bocadillo (sandwich) de jamón serrano y queso de cabra de la isla.
– Haceme eso, sí, de una. Buenísimo, ¡mil gracias! – No podía creer la suerte que tenía, era un lujo comer algo así para mí, y más a metros de la costa, en un lugar naturista, relajado y sin prejuicios.
Mientras esperaba el bocadillo efectivamente vi pasar 3 personas caminando por la vereda como Dios las trajo al mundo. Aproveché, y le hice varias preguntas más del pueblo al chico del bar como para aprender un poco más del lugar.
Finalmente comí el exquisito sandwich, agradecí de nuevo, y volví al auto.
Justo cuando estaba por arrancar, llegaron 2 autos más al estacionamiento. Esperé unos segundos inmóvil. Quería ver cómo era el «protocolo» del lugar. Justamente lo que no existe ahí es un «protocolo». La libertad es el valor principal del lugar, pero quería ver cómo actuaba la gente.
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Y efectivamente las personas de ambos autos hicieron lo que yo pensaba. Venían manejando vestidos, pero al bajarse dejaron todas sus ropas en el auto, y directamente se bajaron desnudos al pueblo. Y así, sin nada más que las ojotas y los lentes de sol, se fueron caminando hacia la costa.
Di una vuelta más en el auto, y me crucé con un grupo mixto de 5 personas que también estaban en pelotas. Que maravilla poder tener la libertad de andar tranquilo, lejos de los prejuicios de la sociedad moderna, la verdad ¡me parece genial!
Sin lugar a dudas, si hay algo que aprendí (para los que nunca han ido a una playa nudista y no irán nunca) es que uno está siendo mucho más observado y juzgado en una playa común que en una naturista.
La mentalidad es otra, completamente distinta.
El único problema pueden ser los turistas «mirones», pero ellos van a ir sólo un rato, no se van a bancar todo un día o varios días ahí. Porque piensan que el resto está haciendo lo mismo que ellos, y no lo soportan. La única manera de permanecer en un lugar nudista es cambiar la mentalidad. Ser más abierto y menos comparativo y prejuicioso, no es para todos.
Ustedes ¿han tenido alguna experiencia nudista?
Si lo vivieron, ¿cómo les fue?, ¿cómo se sintieron? ¿dónde fue?
Si no lo hicieron nunca, ¿se animarían?
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Me parece genial y es una experiencia que no he vivido pero allgunas cosas deben ser dificiles: ¿Sentarse en la misma silla que dejo otro nudista?
Cariños y me quede con ganas de que hubiers estado mas tiempo en ese pueblo.
Sì, es una experiencia distinta, sin lugar a dudas. En general suelen tener mucho cuidado con ese tipo de cosas y son bastante limpios e higiénicos. A mí también me hubiese gustado estar más tiempo, aunque en el lugar no hay mucho más para hacer, más que disfrutar de la naturaleza au naturel.
Hola Flavia.
Cuando un nudista se sienta en una silla, siempre coloca encima un pareo o una toalla, no te preocupes.
Y te fijaste cuando se saludan con un beso se acercan como de costado para no clavarse el arpòn, jaja…Halouver Beach Miami… Saludos Fran, buen viaje…y que se repita…
yo tuve siempre esta duda, suponete que yo voy turista, y pasa una señorita de mi edad, y mi cuerpo responde involuntariamente, no surgiría una mala reaccion por otros a partir de ese detalle?
jaja es la duda de muchos jaja la verdad es que no sé qué pasaría, tampoco es que tengo mucha experiencia en el tema. Es difícil que pase porque estás muy relajado, concentrado en otras cosas, en disfrutar del momento. Pero si pasara, calculo que no serías la primera persona a la que le sucede eso. Y la mayoría de los habitués entiendo que lo tomarían como algo «natural», mientras te comportes bien.
Saludos Kaly!
Pues yo he pasado tambien unos dias em Charco. Y la verdad, genial. Era mi segunda vez en un ambiente naturista pero la primera en un lugar abierto, no en un resort cerrado. Es una maravilla la libertad que se respira. Cada dia al despertar y tras el desayuno me iba a bañar sin necesidad de vestirme. Atravesando todo el pueblo al natural. Y por las tardes un paseo de un par de kilometros por la costa sin nada más que unas zapas y la gorra. 4 dias sin preocupación de que ponerme. La verdad, es llegar, desnudarse y no volver a pensar en vestirte hasta el dia que te vas.
Sii tal cual! Gracias por tu comentario Ramón. Me hubiera gustado pasar más tiempo ahí para poder disfrutar de la naturaleza y la libertad del lugar. Es probable que vuelva, y sino es a Charco será a algún lugar similar.
Saludos!
Mi experiencia fue solo para satisfacer mi curiosidad, pues el nudismo lo había practicado solo cuando era niño a mis 13 años en forma circunstancial y podríamos decir, con un pensamiento inocente. En esos tiempos jugábamos a la pelota en un lugar campestre y era común que al terminar, todos íbamos hacia un canal y nos bañábamos en pelotas..nos juntábamos alrededor de 50 chicos, recuerdo que era rico estar acostado en el pasto y al sol sin nada…había mujeres haciendo merienda, pero curiosamente ellas no participaban.
Con ese bichito quedé hasta que se presentó la oportunidad, a los tengo 45 años, casado y con una hija adolescente, fue en mis vacaciones y ellas no coincidieron con las de mi señora..por lo que parti solo rumbo a horcón, una caleta cerca de Valparaiso en Chile y donde el nudismo está autorizado en una playa que queda a 5 kilómetros del pueblo llamada playa luna ó playa las gaviotas…arrendé una pieza, almorcé y partí rumbo a lo desconocido caminando por la playa, delante de mi solo iba una chica sola..ya cuando pensé que era un lugar raro y desierto, de repente tras unas rocas, aparece un tipo de unos 60 años totalmente desnudo que estaba como chocolate..saludo a la chica y luego me saludo…en el lugar habían algunas familias, señoras de edad avanzada, gente adulta, joven y niños etc ..a los que no les importaba estar desnudos, me tire de en la arena y me saqué el short quedando en pelotas, siempre había pensado que la reacción de mi pene al ser autónoma iba a ser incómoda, pero nada pasó, quizás fue el ver a la gente tan natural y que estaba en mi misma situación.
Había un sentimiento de solidaridad, mi primera impresión fue, no hay nada menos erótico que ver un cuerpo desnudo..y que el estar al natural disfrutando del sol , el viento, la arena y el mar, era lo mas exquisito que hay en la vida. No me equivoqué, nunca fue mi ánimo de exhibir mi cuerpo, pues al contrario, siempre fui vergonzoso…pero era un desafío, el que a la vez me quitó la ansiedad y el morbo, ese morbo que te forma la sociedad al cubrir lo prohibido..bueno, me hice de una pareja de amigos, una chica y un chico con pinta de hippies, que instalaron una carpa en la playa y eran artesanos que viajaban mochileando hacia el norte con rumbo a conocer el Perú..Logré distinguir muchos extranjeros, entre ellos, alemanes, argentinos etc..
Esos 4 días la pasé excelente, me hice de varios amigos y sobre todo tuve la valentía de caminar por la playa y disfrutar de la naturaleza al mismo nivel que lo disfruta el reino animal totalmente desnudo y sin ninguna verguenza..todos éramos iguales, gordos, flacos, ricos y pobres, blancos morenos etc..no había diferencias ..ahí pensé, la ropa la mantiene la gran empresa de las telas …en fin, fue una sanación total del espíritu..algo mágico que volvería a hacerlo pero junto con mi familia..hasta el momento, después de 6 años todavía no he podido repetirlo..pero alguna vez lo haré de nuevo, linda experiencia…saludos.
Gracias por compartir tu experiencia Claude! De verdad que es liberador y nos deja a todos como iguales, yo todavía no tuve la chance de repetirlo pero seguro que no va a faltar oportunidad.
Saludos desde Argentina!
Hola Fran… yo voy a Charco habitualmente en verano. Creo que ha pasado alli 5 o 6 veranos. Siempre una semanita. Me alegro de que te gustara. A mí me encanta la libertad que se respira en ese lugar. Nada más llegar fuera ropa y a pasar la semana totalmente al natural. La Primera vez choca un poco, pero al poco te acostumbras y hacer vida completamente desnudo te parece lo más normal del mundo. Sin prejuicios. Además como en todos los sitios naturistas la gente es muy amable. Parece que al conocer gente estando desnudo somos más amables y abiertos. Me encanta Charco porque puedes dar largos paseos con unas gafas de sol y unas chanclas como unica vestimenta. Sin preocuparte de más. Y si sales de casa para ir a darte un baño te das cuenta que es ridiculo tener que vestirte. Es una gozada. Es una buena manera de perder complejos. En Charco estamos desnudos todos. Jovenes y viejos, flacos y gordos, y, de verdad, aquí desnudo completamente por las calles es cuando menos piensas en si estás más o menos rellenito. Animo a todos a pasar unos días a Charco. Además se puede viajar ligero de equipaje. De hecho, no necesitareis ropa.
Pablo, gracias por compartir tu experiencia! La verdad que para mí fue una vivencia muy interesante, una introducción a un mundo que desconocía y del que tenía algún que otro prejuicio y la verdad es que me sentí súper cómodo. Estoy absolutamente de acuerdo con todo lo que dijiste de la libertad que se siente y de la amabilidad que tiene la gente. No hay discriminación y la apertura mental de la gente es muy superior a la media. Nadie pierde el tiempo juzgando al otro.
Gracias de nuevo!