Desde chico me llevé mejor con las mujeres. No sé muy bien porqué. A los 9 la mayoría de mis compañeros varones estaban todo el día jugando a las figuritas y yo quería hacer deportes. Quería jugar la fútbol, al básquet, correr, cualquier cosa. Me parecían unos nenes.
Más adelante, todos querían salir a levantar mujeres y yo era más conservador, más del largo plazo. No me gustaba mucho salir. Cuestionaba a las chicas fáciles y nadie me entendía. Siempre fui más maduro que la mayoría de mis amigos. Desde chico me sentaba en la «mesa de los grandes» y debatía de política, de economía, religión, etc.
Como las mujeres maduran antes, siempre tuve muy buenas amigas mujeres. Con ellas podía hablar de todo y me entendían mucho más que mis amigos hombres. Es más, mis amigos no creían en la amistad entre personas de distinto sexo. Hay miles de teorías al respecto que escapan del eje de este artículo (la «Teoría de la escalera» es una que me pareció interesante en aquel entonces).
Hoy en día tengo amigos hombres y amigas mujeres. Pocos amigos pero de los buenos.
La cuestión es que en los viajes conecto con todo tipo de personas. Hombres y mujeres, grandes y chicos, de cualquier nacionalidad, religión, etc. No importa de dónde vengan, importa la conexión del momento. Y en este último viaje, en varias ocasiones, me vi metido en el medio de una escena de una película romántica.
Fueron momentos muy diferentes, con chicas muy diferentes, que tuvieron causas muy diferentes, en diferentes países, etc. Algunos fueron graciosos y otros fueron incómodos (algunos muy incómodos). De todo un poco.
Algunas hoy en día son amigas cercanas, otras conocidas y otras no las volveré a ver ni hablaré con ellas nunca más en mi vida.
Lo único que compartieron todos es que vistos desde afuera parecían momentos muy románticos (algunos de película) y que no pasó nada con ninguna de las chicas (al menos en ese momento).
Acá les dejo un listado en orden cronológico:
1- Lugar: Batumi (Georgia). Nacionalidad: ucraniana. Edad: 32.
Nos conocimos en el hostel y el segundo día me invitó a pasar la tarde a la playa porque su novio no la quería acompañar. Charlamos por horas de los viajes de cada uno y nos quedamos a ver el increíble atardecer hasta que el sol se escondió detrás del horizonte que formaban el Mar Negro y el cielo.
2- Lugar: Tbilisi (Georgia). Nacionalidad: rusa. Edad: 29.
Después de juntarnos en el medio de un puente, fuimos a desayunar juntos, hablamos de todo un poco y salimos a explorar la ciudad. Pasamos por varias iglesias y después subimos hasta una fortificación desde donde apreciamos una vista panorámica increíble de la ciudad. Nos quedamos ahí un tiempo largo hablando de todo un poco.
3- Lugar: Baku (Azerbaiyán): Nacionalidad: alemana. Edad: 27.
Una chica que conocí en el hostel me dijo que estaba saliendo a comer y me preguntó si quería ir con ella. Acepté. Terminamos en uno de los mejores restaurants de la ciudad y después fuimos a tomar algo al bar del Hilton Hotel en el piso 25. Después de un rato nos dimos cuenta que el piso era giratorio para poder apreciar la vista nocturna 360° de la ciudad. Nunca tuve una salida con tanta poca conexión en mi vida. Era irremable. Le faltaba alma, le faltaba pasión al hablar. Todo monótono, muy aburrido.
4- Lugar: Uraman (Irán): Nacionalidad: española. Edad: 25.
La noche anterior habíamos dormido al aire libre sobre unas rocas. Como era de esperar no pude descansar bien y a las pocas horas ya estaba levantado. Cuando me desperté, vi que Anita tampoco estaba durmiendo. Ella estaba viajando conmigo y Agustín por Irán. Yo la conocí a través de Agus y ellos a su vez se habían conocido en un viaje anterior. Después de buscarla un rato, la encontré escuchando música entre las rocas y ambos compartimos un momento muy lindo donde nos conocimos más mientras mirábamos como el sol iba iluminando el pueblo.
5- Lugar: Lviv (Ucrania). Nacionalidad: ucraniana con influencias argentinas y canadienses. Edad: 27.
Conocí esta chica que vivía en Canadá, había crecido en Argentina pero era de esa ciudad ucraniana y estaba visitando a la familia. Me mostró su ciudad de punta a punta y me llevó a recorrer cementerios que era algo que a ella le encantaba. Un día me invitó a cenar a lo de su abuela y compartimos un festín de comida ucraniana los dos solos porque los abuelos se fueron a dormir temprano.
6- Lugar: Moscú (Rusia). Nacionalidad: rusa. Edad: 26.
Estábamos tomando algo en un café y se hizo tarde. Teníamos que ir a tomar el metro y justo se largó a llover. Salimos corriendo bajo la lluvia por la peatonal que estaba llena de corazones enormes hechos de flores.
7- Lugar: Novi Sad (Serbia). Nacionalidad: italiana. Edad: 38.
Nos conocimos en el hostel. Ella había ido a la ciudad para asistir a un festival de Tango. Me sorprendió que hubiera un festival de tango en Serbia. Me invitó y acepté. Terminamos en el castillo de la ciudad, comiendo con varias parejas rumanas contemplando una vista panorámica nocturna de la ciudad. Yo era el único argentino (sin contar la estrella del evento) y el único que no sabía bailar tango.
8- Lugar: Matka (Macedonia). Nacionalidad: estadounidense. Edad: 27.
Después de remar 1 hora por un cañón increíble llegamos a una cueva llena de murciélagos que estaba a oscuras. Había un generador pero solo lo prendían cuando llegaba la gente que hacía el trayecto en barco. Los que iban en kayak tenían que recorrer el lugar sin luz o esperar al siguiente grupo. Decidimos explorarlo sin luz y fue muy divertido. Después de 1 hora de remar para volver en la que fuimos conversando de la vida, nos juntamos con el resto del grupo y volvimos al hostel.
9- Lugar: Kotor y Perast (Montenegro). Nacionalidad: alemana. Edad: 27.
Después de haber estado en el mismo hostel en Ulcinj (Montenegro) sin haber cruzado una palabra, empezamos a hablar en el bus camino a Kotor y terminamos en el mismo hostel. Al día siguiente escalamos hasta el castillo para disfrutar del atardecer sobre la bahía de Kotor, desde donde teníamos una vista increíble. No todo quedó ahí, a la mañana siguiente fuimos al mágico pueblo de Perast y después de explorarlo, almorzamos en un restaurant sobre el agua muy bonito.
10- Lugar: Dubrovnik (Croacia). Nacionalidad: senegalesa. Edad: 24.
Después de haberla conocido en un avión casi un año antes, acordamos encontrarnos en la ciudad famosa por ser uno de los sets de Game of Thrones. Después de un día entero de explorar la ciudad por dentro y por fuera de sus murallas, subimos la montaña caminando porque no queríamos tomar el teleférico. Nos parecía mejor el desafío de caminar todo hasta arriba. Finalmente terminamos viendo caer el sol detrás del Mar Adriático con una vista increíble de la ciudad fortificada.
11- Lugar: Sarajevo (Bosnia). Nacionalidad: australiana. Edad: 18.
Salimos a dar una vuelta con la gente del hostel en el que me estaba hospedando en Mostar (Bosnia) y le pedimos a una chica rubia que estaba por ahí que nos sacara una foto con el famoso puente de fondo. Ella terminó sumándose y exploramos la ciudad juntos ese día.
A los 2 días me volví a cruzar con ella en el hostel de Sarajevo. Después de visitar un museo del que salimos con los ojos llenos de lágrimas fuimos a ver el atardecer a uno de los puntos más altos de la ciudad. Si bien el clima no era el mejor para ver caer el sol, tuvimos una charla bastante interesante sobre la vida.
Como verán, de todo un poco. Son mini historias que podría extender mucho más pero que me las guardo porque tampoco es cuestión de exponer todo. Como conclusión puedo decir que la gente cuando viaja es mucho más abierta y está mucho más propensa a tener relaciones y conversaciones intensas con desconocidos, más allá de los que pueden o podrían pensar otros que lo ven desde afuera.
Sin dudas es una de las cosas que más me gusta de viajar.
Cruzarme con esas personas.
Julia dice
Hola Fran!!
Justo estos días estaba pensando en esto! En el «amor Viajero», tan intenso cómo efímero! Con su fecha de caducidad y sus momentos tan románticos.
Un abrazo!
Francisco Ortiz dice
Hola Julia! Será que se puede sostener ese nivel de intensidad en el tiempo? Es algo que siempre me pregunto. La fecha de caducidad hace que disfrutemos al máximo el poco tiempo que tenemos, pero si aplicáramos esa filosofía al día a día creo que sería algo genial. La mayoría no lo va a hacer, pero los que lo intenten van a vivir mucho más.
Buenas rutas!