Llegamos al puerto de La Romana desde Bayahibe, donde nos habíamos alojado los 2 días anteriores, y fuimos directo a hacer los trámites para el check in del crucero. Desde el inicio nos recibieron súper amables, nos indicaron dónde dejar las valijas, nos dieron de tomar unos jugos naturales, nos hicieron varios chistes en el camino y finalmente al terminar la cola, pudimos hacer el trámite.
Nos dieron nuestras tarjetas del crucero. Estas tarjetas serían nuestra identificación a lo largo del viaje. Con la tarjeta se pueden comprar cosas (están asociadas a una tarjeta de crédito), y es la identificación personal en cada parada que hace el crucero. No hacían falta los pasaportes, no tuve ni un «sellito» de las islas que visitamos, sólo usamos la tarjeta.
Después de recibir la «cruise card», y antes de entrar a la nave, pasamos por un lugar donde nos ofrecían las bebidas y las excursiones para comprar. No habíamos comprado previamente el paquete de bebidas (no está incluido en el precio de los cruceros por lo general), y cuando lo quisimos comprar, nos llevamos la sorpresa de que no había paquete ilimitado de bebidas sin alcohol. Las opciones eran, entre otras:
– Ilimitado con alcochol (súper caro, no valía la pena siendo que ninguno de los 4 toma mucho).
– 14 gasesosas o jugos para los 7 días
Claramente elegimos la segunda, pero nos tuvimos que andar cuidando para administrar bien las 14 bebidas que teníamos. Todo el resto del tiempo terminamos tomamos agua, que era gratis. Excursiones no compramos porque eran carísimas (ya las habíamos investigado por internet), y nos pusimos de a acuerdo para bajar en cada destino sin muchos planes y hacer lo que fuera surgiendo.
Terminamos con todos esos trámites y entramos al barco. Como las habitaciones todavía no estaban listas, dimos una pequeña vuelta por el barco y fuimos directo a comer al buffet, estábamos muertos de hambre.
Después, bajamos hasta el piso de las habitaciones, y estuvimos un laargo rato para encontrarlas. Los pasillos eran interminables y primero nos habíamos metido en el lado de las habitaciones pares y la nuestra estaba del otro lado del barco porque era impar. Finalmente la encontramos.
Teníamos cabina exterior, yo esperaba una increíble vista del mar, y nos encontramos con que toda la vista estaba obstruida por unos motores. Con razón nos había salido casi lo mismo que una cabina interior. No se veía nada para afuera. Después de acomodar algunas cosas, caí rendido en la cama y me dormí una larga siesta.
Me desperté 5 minutos antes del simulacro de evacuación obligatorio, me cambié, agarré mi chaleco salvavidas, esperé la señal sonora, y así medio dormido fui hasta el punto de encuentro. De casualidad, en el medio de tanta gente, encontré a mi hermano y a mis padres. Cuando todo «el circo» terminó, fuimos los 4 a comer al restaurant. Nos tocó la mesa junto a otra familia argentina muy agradable con quien compartiríamos las siguientes cenas.
En los cruceros, por lo general, hay 3 cosas que son fijas y están grabadas en la tarjeta del crucero. El número de la habitación, el horario de cena (si es que se quiere comer en el restaurant) y la mesa en el restaurant. Siempre se come en la misma mesa, que se comparte con la misma gente y atendida por los mismos mozos.
Terminamos de comer y nos fuimos arriba, a la cubierta, a ver al equipo de animación y las bailarinas en un pequeño show. Los veía desde arriba y era imposible no pensar y reflexionar sobre las diferencias en el estilo de vida que llevan ellos, y el que llevo yo actualmente (sedentario, de oficina). Aclaro que yo trabajé en la industria de la hospitalidad y sé muy bien que no todo es color de rosa, pero trabajar de bailar y/o animar gente, mientras se viaja en un crucero por el mundo, no está nada mal.
Sé que la vida en un crucero es híper sacrificada, tengo amigos que lo han hecho; pero depende mucho de qué trabajo se tenga dentro del barco. No es lo mismo trabajar 7 días a la semana, 12 horas por día por 6 meses de mozo o mucama, que de bailarín, cantante, o animador.
Pero bueno, no pude quedarme mucho tiempo viendo el espectáculo porque me invadían esos cuestionamientos sobre el objetivo de mi vida, la felicidad, etc., etc., que realmente no tenía ganas de afrontar en ese momento. Por eso fui a la habitación a escribir en mi bitácora de viajes sobre la situación. Cuando me cansé de escribir, me fui a dormir. Estaba bastante mareado porque el barco se estaba moviendo mucho. Yo no me suelo marear, pero se estaba moviendo mucho más de lo normal y ya estaba empezando a sentir nauseas. Por suerte me dormí rápido.
Terminé escribiendo: «Mañana será otro día, y esperemos que bien interesante. Ya veremos!»
Al día siguiente el barco paró en la isla de Tortola, en la ciudad de Road Town, la capital de las Islas Vírgenes Británicas.
eileen dice
muy interesante todo lo que comentas ! Nunca estuve en ningun crucero asi que me vino bien tu relato.
besos, eileen.
Vicky dice
Yo tampoco estuve en crucero fran, pero por lo que contas y por las fotos debe ser una linda experiencia y mas por la zona en donde estuviste!
Como viajera tengo en mi bucket list trabajar en un crucero! jaja
viajes en crucero dice
Muy buen post,
gracias
Andrés
Francisco Ortiz dice
Gracias!!
pepa dice
Hola, estoy leyendo tu blog y me parece muy interesante.
Una pregunta, ¿ Con que naviera hiciste el crucero?.
Un saludo y gracias.
Francisco Ortiz dice
Hola! Ese viaje fue con MSC.