Valencia, la tercera ciudad de España me sorprendió. Estuvimos sólo un día y me quedé con ganas de más, de mucho más. Si bien recorrimos muchísimo en sólo 24 horas, no pudimos conocer casi nada en profundidad. Fue una mirada global muy completa de una ciudad que tiene más de 2000 años, pero que tiene gran cantidad de edificios muy modernos y una infraestructura muy avanzada.
Llegamos a las 3 de la tarde al hotel, desde Madrid, dejamos las cosas y fuimos a la estación de metro más cercana. Ahí mismo nos dimos cuenta que Madrid había quedado atrás. Todo era automático, no había nadie, ni pasajeros. La estación estaba ultra limpia y cuidada, los tiempos de espera perfectamente marcados, y el metro moderno e impecable. Daba gusto viajar así. Era carísimo para los estándares argentinos (en este momento serían unos 30 pesos), pero era excelente. Bajamos en la estación «Xativa» al lado de la Plaza de Toros.
Habíamos pedido un mapa en el hotel y nos habían marcado los puntos de interés más destacados de la zona histórica. Plaza de Toros, Estación de Tren, caminamos hasta el Ayuntamiento, un par de ministerios con edificios bonitos, etc. Mi papá estaba empecinado en que quería hacer el recorrido del bus turístico, así que fuimos a averiguar. Era la única forma de ver mucho en el poco tiempo que teníamos.
Había 2 empresas que brindaban el mismo servicio, mismo recorrido, mismas paradas, casi que mismos horarios, casi que mismo precio. Compramos en ticket que duraba 24 hs., que nos permitía bajarnos y volver a subirnos en cualquier parada, de cualquiera de los dos recorridos (la ruta monumental y la ruta marítima). Ambas rutas duraban una hora y media, así que teníamos tiempo para hacer solo una, y hacer la otra al día siguiente temprano. Como el bus de la ruta marítima estaba saliendo en ese momento, nos subimos y empezamos el tour.
Salimos de la Plaza de la Reina, pasamos por la Plaza de Toros, por la impresionante Ciudad de las Artes y de las Ciencias, la Marina Real, la zona de Las Arenas, la avenida de Baleares, el Paseo de la Alameda, y finalmente volvimos a la Plaza de la Reina. En todo momento escuchando el audio con información de lo que estábamos viendo y tratando de sacar las mejores fotos posibles desde la parte de arriba del bus (sin techo, al aire libre), y con el sol que estaba bajando.
Me impresionó lo ordenada que era la ciudad, como todo había sido planificado desde hace cientos y hasta miles de años. Obviamente que hubo muchos acontecimientos inesperados, pero al parecer siempre fue un lugar bastante democrático y tolerante, a pesar de la gran diversidad de su gente. Y eso se nota, no solo en el comportamiento respetuoso y tranquilo de la gente, sino en sus edificios, y en la fluidez del tránsito, en los espacios verdes, etc. Muy prolija!
La ciudad es moderna, pero de repente te encontrás con una porción de muralla de cientos y cientos de años; o una catedral, construida encima de una mezquita, que a su vez fue construida arriba de una catedral de los visigodos.
Todo muy relacionado con la arquitectura, con el diseño.
Y el principal exponente de la parte nueva de la ciudad es, sin lugar a dudas, Santiago Calatrava. Valenciano encargado de la construcción de todos los edificios de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias (espectaculares) y del Puente del Grau (hay varias versiones de nombres para el puente).
Otra cosa que nos resultó interesante, fue que todos los carteles estaban en dos idiomas, y algunos sólo en el otro que no era el español, pero tenía similitudes. Mi papá creía que era el catalán, y yo insistía que no, pero no tenía idea cuál era. Resulta que era «Valenciano», un dialecto que no es oficial como el catalán, pero que hasta se enseña en los colegios.
Terminamos el tour, ya era de noche, así que fuimos a buscar algún lugar para comer. Cómo ir a Valencia y no comer paella? Comida típica de esta ciudad.
Nos perdimos entre las callecitas pintorescas del centro histórico buscando lugares para comer una buena paella. Dimos vueltas, viendo precios, opciones.
La paella valenciana no es con mariscos como estamos acostumbrados nosotros, pero por suerte también la vendían con «bichos», que era lo que teníamos ganas de comer.
Vuelteamos, hasta que un mozo pícaro de Portugal, de Oporto, se puso a charlar con nosotros y nos «vendió» su paella. Nos sentamos, y pedimos unas rabas de entrada hasta que estuviera lista la paella (la hacen en el momento y tarda alrededor de 25 minutos).
Alrededor nuestro, estaba lleno de «gringos» comiendo cortes de carne cocinados en su misma mesa, con una piedra caliente sobre la que se apoyaba la carne. Igual a lo que habíamos comido en Andrés Carne de Res en Bogotá con unos amigos hace unos años. La carne no sé si es buena, pero la experiencia es divertida!
Mientras esperábamos las rabas, me levanté para ir al baño, y resulta que el encargado era uruguayo. Me quedé charlando bastante con él sobre su experiencia viviendo en Valencia. En ese momento conocí al otro mozo, un italiano que estaba aprendiendo español, pero que ya hablaba inglés y polaco. Era muy cómico porque el lugar se llamaba La Taberna Española y no había ningún español. Un uruguayo, un portugués, y un italiano. Unos personajes, nos divertimos mucho. La paella exquisita! Hasta nos regalaron unas papas bravas de cortesía. Casi explotamos con tanta comida.
No nos quedó otra que volver al hotel a dormir.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano, mismo recorrido en el metro, y fuimos hasta Plaza la Reina a tomar el bus turístico pero para hacer la ruta monumental.
Una de las cosas que más me impresionó de Valencia fue que tienen un montón de puentes, pero que no hay río. Los puentes cruzan por arriba de los Jardines del Turia, espacios verdes muy prolijos, cuidados y planificados, que se construyeron cuando el gobierno español decidió desviar el cauce el río Turia para no correr más peligros de inundaciones en la ciudad. Todo después de una inundación muy grande que hubo en 1957.
El jardín botánico fue el primero de España, el Oceanographic es el acuario más grande de Europa, que junto con la Playa de la Malvarrosa, y la ciudad de las Artes y de las Ciencias, son los lugares que me quedé con más ganas de visitar en esta ciudad moderna con mucha historia.
Seguramente ya tendré otra oportunidad de visitar Valencia con más tiempo. Ahora nos vamos a Cuenca!
Santi dice
Fran!!! Que lindos recuerdos leer esto.
Hace varios años estuve por allá y todavía estaban terminando algunas cosas de la Ciudad de las artes y ciencias Príncipe Felipe.
Dato anecdótico en el Museo del Príncipe Felipe hay una «Galería de los Susurros» que me dejó impactado, hablan dos personas a más de 50 m y se escucha como si lo tuvieras a medio metro, hasta pensé que había micrófonos y parlantes jajaja…
(http://www.acusticaweb.com/acustica-arquitectonica/blog/acca-arquitecta/galerde-susurros-del-museo-pripe-felipe.html)
Mirá el puente de la mujer en Puerto Madero de Buenos Aires, notas algo similar? Jajaja… Es notorio que es el mismo Arquitecto jajaja… (https://es.wikipedia.org/wiki/Puente_de_la_Mujer)
Saludos Fran!
Buen regreso a tierra natal!
Francisco Ortiz dice
Santi! Sí, lo del Puente de la Mujer lo sabía. Es un fenómeno Calatrava, en este viaje me encontré con construcciones de él en Malmo (Suecia), y en Barcelona también. Y lo del Museo es buen dato para la próxima vez que vaya. La verdad es que estuvimos muy poco tiempo en Valencia y nuestra recorrida fue muy superficial, pero bueno, ya habrá otra oportunidad de explorarla mejor!
Un abrazo Santi!