Mi paso por Armenia fue muy rápido. Estuve 2 días en Yerevan, la capital, y traté de exprimirlos al máximo. Mi compañero de viajes en ese momento, Agustín, se quedó más días e inclusive visitó la zona de Nagorno Karabaj. Pero yo volví rápido a Georgia porque tenía un compromiso que cumplir en Tbilisi.
Así y todo, en esos 2 días recorrimos bastante.
El camino de Georgia a Armenia haciendo autostop nos resultó bastante fácil. Tuvimos suerte ese día. Es más, el último conductor nos dejó en la puerta de nuestro hostel. Nosotros dejamos las cosas en la habitación y salimos a caminar.
Lo primero que me llamó la atención fue que la mayoría de los edificios estaban construidos con unos ladrillos cuadrados de distintos colores. Algunos rojizos, otros ocre y otros más amarillo. Todos los edificios con lo mismo, todos iguales, pero cada uno con su estilo o forma particular.
En un momento entramos a un supermercado y recién en la caja nos dimos cuenta que no aceptaban tarjeta. Ya no estábamos en Georgia donde todo era más tecnológico. Tuvimos que dejar todas las cosas que pretendíamos comprar porque todavía no habíamos cambiado dinero a drams (moneda armenia).
Otra primera impresión fue que las chicas eran más sexys que en Turquía o Georgia. No sé si más lindas, pero si más atrevidas. Era muy notorio el cambio. Tenían una mirada intensa cuando uno las cruzaba por la calle. Me llamó la atención. Como provocativas. Y era algo generalizado.
También notamos que se respetaban mucho las normas de tránsito, a diferencia de Georgia donde todo era un lío. Se respetaba todo. Nosotros agradecidos como peatones.
Otra cosa que notamos es que había bastante influencia francesa en el lenguaje, o al menos eso nos pareció a partir de las pocas palabras que aprendimos ese primer día dando vueltas por la cuidad. Y hasta en las empresas o negocios que había. Muchas empresas francesas. La verdad que no sé si será una coincidencia o realmente tienen una relación más estrecha que con otros países. Lo que sí sé es que después de Rusia, Estados Unidos e Irán, Francia es el país donde viven más armenios (7mo está Argentina con casi 300.000).
Pasamos por el centro donde había todos comercios de alta costura. La verdad me sorprendió el nivel de los negocios. Habíamos llegado desde Georgia por una ruta destruida, con casas muy precarias a los costados, y de repente en la capital veíamos tiendas de primeras marcas por todos lados. Un contraste atroz. Es más, creo que en ninguna ciudad vi tantas camionetas nuevas Mercedez Benz, negras, de esas que cuestan cientos de miles de dólares. Ya era demasiado.
Nosotros cambiamos dinero en un banco en la plaza principal, y seguimos caminando por un boulevard con una gran arboleda.
En un momento nos cruzamos con un un armenio que tenía puesta la camiseta de la selección argentina de fútbol más trucha (falsa) que habíamos visto en nuestras vidas. Lo más gracioso de todo es que nos acercamos para «hablar» con el chico, y preguntarle de dónde la había sacado, y ni siquiera sabia que era la camiseta de Argentina.
Otro detalle que me llamó la atención fue que todos los hombres usaban musculosa. Todos. No importaba la edad o el nivel socio-económico de la persona. La usaban como primera capa de ropa. Arriba usaban camisas, chombas, remeras; pero siempre la musculosa primero.
No sé porqué, pero en Armenia estaba muy detallista. Puede ser porque como sabía que iba a estar poco tiempo, prestaba más atención a todo, no lo sé.
Caminamos y caminamos hasta que llegamos a una gran iglesia que lamentablemente estaba cerrada. Pero le dimos un par de vueltas porque nos parecía muy interesante la construcción y el estilo que tenía. Muy diferente a lo que veníamos viendo en el viaje.
Viendo la ciudad en el mapa, podíamos ver que la zona del centro era circular y que estaba rodeada por un anillo verde, como varias ciudad de Polonia. Decidimos caminarlo, o al menos parte de él. No estábamos como para darle toda una vuelta al centro.
Había mucha arboleda. Los espacios verdes no estaban muy cuidados, pero sí estaba lleno de bares que entendimos que en verano debían estar llenos.
Caminamos el cinturón verde, y cuando ya nos cansamos volvimos a cruzar el centro para volver al hostel. Toda la zona principal, la zona más céntrica es muy linda de noche. Las calles y veredas son anchas, con buena arboleda. El problema es que es todo muy comercial. Son todos negocios. Demasiados. No sé, el centro era atractivo, pero lo sentí un poco artificial.
De casualidad, en el camino al hostel, descubrimos una escuela argentina. La escuela había sido donada por una fundación armenia de Argentina. Y nos sorprendimos cuando vimos que la escuela tenía varios símbolos patrios argentinos en la puerta. Nos llamó tanto la atención que con Agustín acordamos ir a visitar el lugar al día siguiente.
Antes de ir a dormir, un chico que China que estaba en la misma habitación y que ese enteró que después íbamos a Irán, me regaló 160.000 rials (moneda iraní). Como el chico era medio afeminado, el tarado de Agustín me cargaba y me decía que se los tenía que devolver en «especias».
Al día siguiente fuimos directo al a escuela argentina. Era la única escuela pública de Armenia que enseñaba español. Enseñaban armenio, ruso y español. Español desde el tercer grado. También festejaban los días patrios argentinos, y cada tanto los visitaba el embajador. La escuela tenía alrededor de 600 alumnos. Después de dar una vuelta junto con la profesora de español (que honestamente no hablaba muy bien el castellano), tuvimos la oportunidad de hablar unas palabras con uno nenes que estaban ahí. Estaban muy tímidos. Había muy pocos chicos porque era época de vacaciones, sólo estaban los de cuarto grado que estaban rindiendo un examen especial para pasar a quinto.
Seguimos caminando.
La verdad que las chicas armenias no eran mi estilo, pero había que reconocer que eran sexys. Como las Kardashians, que tienen raíces armenias. Varios armenios nos las recordaron.
De la escuela, fuimos directo al Museo del Genocidio Armenio.
La entrada era gratis y toda la información estaba traducida al inglés, por suerte.
La verdad, tengo que reconocer que sabía muy poco del genocidio armenio. Sólo que había sido llevado a cabo por parte de los turcos, pero no mucho más. Pero por suerte, aprendimos mucho más en el museo, leyendo y leyendo.
No les voy a contar todo porque tienen que ir, o al menos tienen que leer algo más completo que lo que les puedo transmitir yo. Aunque sea Wikipedia. Pero en resumen, el territorio actual de Armenia, pertenecía mitad a Rusia y mitad al Imperio Otomano. Y fueron los turcos los que los exterminaron.
El número de gente que mataron no es preciso, pero es muy grande. Algunos dicen varios cientos de miles. Otros dicen que cerca de un par de millones. Si bien nadie niega que se hayan matado muchísimos armenios, al momento son pocos los países que reconocen que fue un plan sistemático de matanza indiscriminada, que encajaría en la definición de genocidio. Es el primer genocidio de la era moderna, y el segundo más estudiado, después del Holocausto.
Cientos de miles de armenios emigraron o se islamizaron para no morir. Y es por eso que hoy en día existen muchísimos más armenios afuera de Armenia, que en su propio país. Cientos de iglesias fueron destruidas y muchas otras fueron convertidas en mezquitas.
Cientos de miles fueron exterminados en campos de concentración. Poca gente sabe del genocidio armenio, pero uno de los hechos más lamentables de la historia moderna. Caminar por ese museo y revivir esa historia es muy fuerte. No se entiende como el hombre puede cometer esas atrocidades, en nombre de qué? No existe nada que justifique esos hechos. Y pensar que otros países no lo reconocen, es demasiado. Si bien el tema es mucho más complejo, y escapa de lo que es un blog de viajes, no deja de ser lamentable.
Y una de las cosas que más me molestó, fue la gente sacando fotos. Algunos de los turistas no respetaban nada. Si dice que no se puede, no se puede. No respetan la memoria del pueblo armenio, es lo mismo que viví en Auschwitz. Algunos se creen que es un parque de atracciones. Me molestan mucho ese tipo de personas que pretende hacer de todo, una foto.
Una de las curiosidades del museo, es la terrible historia de Aurora Mardiganian. Una chica que escapó del genocidio armenio, y en camino las pasó todas, todas, hasta que llegó a New York. Allí, con la ayuda de un joven escritor, publicó un libro que después se convirtió en película acerca de su historia y del genocidio armenio.
La película fue un éxito mundial en la época, y sirvió como forma de contar lo que había pasado con el pueblo armenio. En épocas donde era muy difícil acceder a las noticias internacionales. Fue curioso ver los posters de la película de distintos países. Incluido el de Argentina, con su fecha de estreno y todo.
Seguimos explorando. Compramos algo para comer, y fuimos a la mezquita azul.
De ahí, fuimos a caminar por la peatonal Tashir street. Una calle de gran nivel. Fue, por lejos, lo más lujoso que vimos en la región. Todas marcas de lujo o de primera línea. Nada que estuviera a nuestro alcance, o que sea de nuestro interés. Igual, lindo para caminarla.
De ahí fuimos hasta la plaza de los pintores. Dimos unas vueltas viendo cuadros de los artistas que exponían sus obras, y seguimos caminando.
Fuimos a subir la cascada. Una estructura gigantesca, altísima, que tiene una serie de escaleras y que cada tanto hay descansos con varias obras de arte. Estaba lleno de estatuas, y jardines muy trabajados, muy cuidados.
Nosotros queríamos subir, primero porque era un desafío tantas escaleras, y segundo porque había una muy buena vista de la cuidad desde arriba de todo.
Llegando al final, decidimos entrar por una de las puertas. En cada descanso había una puerta de cada lado, pero nosotros hasta el final queríamos ir por fuera, por las escaleras. Y cuando entramos dentro de la estructura, nos dimos cuenta que por dentro había escaleras mecánicas con muestras de arte en cada uno de los pisos. Estaba muy bueno. Era mejor por dentro que por fuera.
Finalmente llegamos al final del monstruoso camino de escaleras y arte, y pudimos apreciar la vista.
Subimos un poco más, y había una estructura más alta con un monumento. No teníamos mucha idea qué era, pero seguimos subiendo. Ya estábamos ahí, no podíamos quedarnos a mitad de camino.
Y nos encontramos con el siguiente monumento.
Y una vista aún mejor.
De lejos, vimos la estatua de la Madre Armenia, pero la verdad que estábamos agotados de tanto caminar y tantas escaleras, así que decidimos no ir. En cambio, nos sentamos en un pequeño parque a relajar un poco.
Decidimos bajar todo, pero esta vez por dentro. Por las escaleras mecánicas, y viendo las exposiciones de arte.
Fuimos al hostel a dormir. Estábamos muertos de cansados.
Al día siguiente desayunamos con un holandés que estaba haciendo un viaje de 15 meses desde Holanda a Singapur en bicicleta. Y descubrimos que ya lo habíamos cruzado en el camino de Tbilisi a Yerevan. Nosotros íbamos en la camioneta que nos había levantado, él iba en la bici, y nos había llamado la atención.
Y además, nuestro nuevo amigo holandés, conocía a otro holandés que viajaba a China en bicicleta que nosotros habíamos conocido en Estambul. Él se lo había cruzado en Trabzon (Turquía). Era muy loco como en esos lugares uno se cruzaba con gente que estaba haciendo viajes increíbles. Cuando escuchaba a estos personajes me volvía loco. Eran aventuras increíble. Aventuras que probablemente yo nunca llevaría a cabo porque son demasiado extremas, pero la verdad es que los admiro. No cualquiera tiene el coraje, la paciencia, y la convicción para hacer ese tipo de viajes. Todo mi respeto.
Como tenía que volver a Tbilisi, me despedí de Agustín, y fui caminando hasta la estación de buses para volver a Georgia. Todo para llegar a tiempo para la cita que tenía con una chica de Rusia.
Llegué a la estación y justo se estaba yendo un bus que iba a Tbilisi. Feliz. Cuando me quiero subir, veo que salía 8.000 drams. Tenía sólo 5.000 y unas monedas pero no me alcanzaba. No me dejaron subir. Fui a cambiar para que me alcanzara. Crucé la calle, cambié rápido, y volví. El mini bus se había ido.
Encontré otro, pero era la primera persona. Y hasta que no llenaban, no salían. Para colmo, no entendía nada de lo que me decían, y menos leer lo que estaba escrito. Me senté a esperar. Nunca me suele preocupar por los horarios y menos viajando así. Pero justo en este caso, tenía un horario fijado. Y no tenía internet como para avisar que no iba a poder llegar. Si bien tenía mucho margen de tiempo, no sabía cuánto iba a esperar.
Pasaron 30 minutos y seguía siendo el único pasajero. Creo que le di unas cien vueltas al mini bus. Siempre controlando que mi mochila siguiera en el baúl. Lo único que me faltaba era que llegara tarde y sin mochila. Cada persona que llegaba y estaba un poco perdida, con cara de turista, recibía mi mirada intensa con cara de: por favor, vení a Tbilisi así partimos pronto. Pero no. Todo el mundo iba a otro lado.
Y así pasó 1 hora hasta que llegaron 2-3 personas más. Yo seguía bien de tiempo, pero mi margen ya se había achicado demasiado. Intenté hablar con el chofer y sus 2 amigos que también eran choferes, y algo pudimos entendernos. Conversamos un rato de Argentina, de fútbol (como siempre que nombro mi país), de las chicas de Armenia, de la rusa que iba a ver, etc., etc.
Finalmente, después de 2 horas de espera, partimos hacia Tbilisi.
Yerevan no me transmitió mucho. Armenia no me enamoró. Estuve muy poco tiempo. Y si bien las comparaciones siempre son odiosas, me quedo con Georgia. Pero bueno, por ahí voy de nuevo a Armenia en el futuro y cambio de opinión. Me quedé con ganas de conocer un poco de las afueras, los paisajes más verdes, más silvestres. Sólo conocí la capital, que muchas veces no es lo mejor para visitar en un país.
Pero bueno, me tenía que ir.
Alfredo dice
Muy interesante Francisco tu comentario por la Ciudad de Erevan.
Nunca me imaginé Armenia como un país tan pequeño, al punto que el transporte aéreo parece ser el helicóptero.
Siempre me entusiasmo y quiero caminar los pasos de tus relatos, en este caso no pude. Ya me ha pasado observar las restricciones que los gobiernos de los países le imponen a Google Earth Street View…
Buen viaje, Saludos. Alfredo.
Francisco Ortiz dice
Recién veo el comentario de casualidad. Gracias Alfredo!! Armenia es muy interesante, me hubiera gustado quedarme un poco más, sobre todo para explorar el país más allá de su capital. Ojalá pueda volver en algún momento.
No tenía idea que los gobiernos imponían restricciones al Google Street View, aunque la verdad no me sorprende.
Saludos desde Macedonia!
MARIA ANGELICA CARNEIRO dice
Hola Francisco! Me gustó leer tu blog pues además, me iré a Yerevan y Tibilisi, dentro de 3 dias, pero solo estaré, entre las 2, 2 semanas. Me servirá de mucho todo lo comentado y más, tu opinión personal. Gracias…..ah…sigues viajando, pues han pasado 3 años! Suerte!
Francisco Ortiz dice
Hola! Estoy en Tbilisi en este momento hasta fines de octubre. Dos semanas está más que bien si vas solo a las ciudades aunque claro que no alcanza para recorrer ambos países. Hay mucho por ver.
Saludos!