Antigua: una playa mejor que otra

Siempre me despertó curiosidad este país. Como fanático de los planisferios y de las banderas, desde muy chiquito, siempre me intrigó saber más sobre Antigua y Barbuda.

¿Serán todos barbudos? – me preguntaba de niño.

Su proximidad alfabética con Argentina, hacía que lo tuviera en mi mente cada vez que veía un listado de países. Honestamente, nunca pensé que lo iba a visitar.

En realidad visité sólo a la vieja y no a la peluda.

Advertencia: este artículo contiene demasiadas fotos de playas de arenas blancas y aguas turquesas que pueden llegar a motivar al lector a querer abandonar su vida actual y mudarse a Antigua. No me hago responsable de esto, no es mi culpa que Antigua sea un paraíso caribeño.

Nos levantamos bien temprano en el crucero, fuimos los 4 a desayunar al restaurante, bajamos a las habitaciones a buscar nuestras cosas y a las 8:15  ya estábamos en tierra. La primera impresión de Antigua fue muy agradable.

El puerto tenía una hilera de negocios que rodeaban varias cuadras peatonales. Todos los negocios eran coloridos, bien caribeños, la mayoría en tonos pasteles. Como era muy temprano todos estaban cerrados pero igual dimos unas vueltas.

El dragado del mar era tan bueno, que el barco estaba al lado de los negocios, es más, parecía que el barco se había incrustado en Saint John’s, capital de Antigua y Barbuda.

Parecía la película «Máxima Velocidad 2», aunque en realidad la escena en la que el barco entra literalmente en el pueblo, se filmó en otro lugar que íbamos a visitar más adelante en este viaje: Marigot, Saint Martin (del lado francés, del lado holandés se llama Sint Maarten).

Como no habíamos contratado ninguna excursión, bajamos y empezamos a escuchar a los taxistas/guías que se nos acercaban.

Después de ver la propuestas de varios, nos decidimos por uno que nos ofreció un tour por la isla para nosotros 4 solos, donde íbamos a recorrer varios puntos de interés y después íbamos a parar en Darkwood Beach todo el tiempo que quisiéramos por 25 usd cada uno.

Nuestro guía fue Artfield Vigo, policía retirado, que resultó ser un personaje muy entretenido y culto, que nos contó cada detalle de la isla.

Pasamos por:

• El hospital más importante de la isla,
• la casa del primer ministro,
• el parlamento,
• la casa de un millonario (que según Artfield ayudaba a la gente necesitada de la isla),
• la abandonada fábrica de azúcar,
• varias iglesias, entre ellas, la primer iglesia cristiana del país,
• entre otros.

Primero paramos unos minutos a sacar fotos en el estadio de cricket/fútbol (principales deportes del país), donado y construido por el gobierno chino. Después pasamos por varios villages donde vive la gente local. El countryside (lo que sería «el campo», pero que está a sólo unos minutos de la única ciudad de la isla: St. John’s). Más adelante paramos en unos puestos de artesanías y souvenirs; y después paramos en el English Harbour, un pequeño puerto.

Nosotros le íbamos preguntando de todo sobre la isla, pero sobre todo sobre la vida en la isla. Fue en English Harbour donde Arfield empezó a contarnos que estaban teniendo algunos problemas de drogas que antes no había y nos comentó que las sustancias ilegales entraban en yates por ese puerto.

Bajamos un rato en el English Harbour y conseguí conectarme unos minutos a un wifi gratis. Me entraron más de 100 mails, notificaciones, etc. Vi un par, contesté sólo 2 importantes y listo. Seguimos el recorrido.

Los mejores hoteles en Antigua

La siguiente parada fue a degustar unas ananás en un puesto sobre la ruta, muy ricas. Cuando nos subimos a la camioneta, notamos que salía humo por debajo del asiento del acompañante. Nos bajamos, Artfield levantó el asiento de la izquierda (Antigua y Barbuda era colonia británica por lo que manejan por la izquierda), y abajo estaba el motor, desde donde salía cada vez más y más humo.

Yo no entiendo nada de mecánica, absolutamente nada, pero estaba claro que no tenía nada de agua y que lo iba a fundir si seguía así. Cuando le dijimos eso, el personaje este agarró un balde que estaba por ahí y fue a buscar agua a un pequeño río que había a unos metros de la ruta (y pensar que a mí el mecánico me dice que hay que ponerle agua destilada).

Le puso el agua, casi se quema en el intento, pero no parecía una buena solución. Intentó prender la camioneta varias veces y no arrancaba. Menos mal que habíamos bajado del barco temprano y todavía no eran ni las 10 de la mañana. La situación nos resultaba divertida.

Artfield habló por celular y después paró al primer «taxi tour» que pasó por la ruta y le preguntó si podíamos subir. Por suerte dijeron que sí. Dejamos al pobre Artfield, que venía portándose genial con nosotros, con su camioneta averiada y seguimos viaje.

Terminamos uniéndonos al tour privado de una parejita brasilera (quitándoles todo tipo de privacidad), en una camioneta mucho más moderna que la anterior. El tour era parecido, aunque como era privado y personalizado, básicamente íbamos a donde querían los brasileros y el tiempo que ellos querían. No teníamos otra opción.

Pasamos por el bosque tropical donde nos enseñaron sobre los frutos autóctonos y terminamos en Darkwood Beach. ¡Espectacular!

Los brasileros se fueron a tomar una cerveza mientras nosotros disfrutamos de las aguas turquesas y de la arena blanca en familia. Caminamos un poco y a los 20 minutos, los brasileros decidieron que era hora de seguir.

Nosotros no sabíamos qué hacer. Si esperar a Artfield en la playa, ya que esa era nuestra última parada, o seguir haciendo «beach hopping» con los brasileros. Finalmente, después de dar un par de vueltas, decidimos seguir visitando playas por la misma tarifa y que después se arreglaran entre los 2 guías turísticos.

La siguiente parada fue otra playa increíble a unos 15 o 20 minutos. En el camino, a pedido del brasilero, cambiamos la radio local por el gran Bob Marley para sentir la buena vibra de la isla. Era una bahía espectacular. Había un poco más de gente y los brasileros nuevamente se fueron a a tomar algo al bar mientras nosotros disfrutábamos de esta playa paradisíaca.

Mientras, me puse a charlar con nuestro nuevo tour guy Levingston a.k.a. «Levi», un personaje también. Era un chico joven que se quería morir por estar trabajando ese día con la cantidad de mujeres lindas que había en la playa.

Me contó que en temporada alta (dic – abr) llegan cruceros 5 días a la semana (ese día habían anclado 4 cruceros); y que casi toda la isla vive del turismo. Que en julio se mueren de calor, y que en septiembre es la temporada de lluvias en Antigua y llueve todo los días.

La verdad es que el lugar y la onda me gustaron tanto que me dieron ganas de ir a vivir a Antigua (todavía las tengo), de disfrutar la «island life».

Levi se fue un rato y a los 5 minutos cuando volvió, nos dijo que el brasilero quería andar en moto de agua, así que por unos dólares extra, íbamos a ir a otra playa más, y nos preguntó si nos queríamos sumar o si queríamos volver al puerto. Era la 1 del mediodía y podíamos subir al barco hasta las 5:30, no tenía sentido volver tan temprano. Decidimos seguir.

En el camino paramos a sacar unas fotos a 2 bahías que parecían sacadas de una postal. Nos bocinearon bastante porque la ruta era angosta y nos tuvieron que esperar hasta que sacáramos las fotos, pero valió la pena.

Pasamos por el puerto y seguimos hasta la siguiente y última parada: Dickenson Bay. ¡Otro paraíso! Una playa mejor que otra. El color del agua era de otro mundo, increíble. Los cambios en el color del agua según la intensidad del sol (cuando se cruzaba una nube, el agua se oscurecía), me tenían fascinado.

Acordamos reunirnos a las 3 para volver hacia el puerto. Nosotros nos fuimos a caminar por la playa y los brasileros a andar en moto de agua (no paraban de gastar plata).

A eso de las 3, ellos decidieron quedarse a comer algo en un restaurant en la playa y a nosotros Levi nos llevó de vuelta a St. John’s. Le pagamos y me dio su tarjeta para que lo contacte cuando me vaya a vivir a Antigua.

Dimos unas vueltas por el centro, entramos a un par de tiendas, fuimos hasta el mercado de frutas, de pescado y de artesanías (que ya estaban cerrados), compramos un par de souvenirs en «Del Sol», y volvimos al barco. Del Sol es una franquicia que averigüé para traer a Argentina hace un par de años cuando quedé fascinado por el potencial de sus productos en Lake Tahoe y San Francisco, pero que desistí por las complicaciones económicas de Argentina. De ahí en más la iba ver en casi todos los destinos de playa que visité.

No fuimos a nadar con la rayas, ni hicimos buceo o snorkel, pero recorrimos bastante la isla, y disfrutamos de varias de sus playas. Quedaron cosas interesantes para hacer? Seguro. En unas cuantas horas es imposible abarcar todo. Pero como siempre digo, en los mejores lugares siempre hay que dejar algo por hacer, para tener una excusa para volver. Ojalá en algún momento vuelva a visitar este paraíso.

Los mejores hoteles en Antigua

Después de recorrer el centro, ya eran cerca de las 5. Estábamos muertos de sed y de hambre, así que fuimos directo al buffet del barco a comernos todo. Después de un agitado día y de semejante «panzada» de comida, yo estaba «de cama», así que me fui a dormir una siesta a la habitación.

Me desperté 9:15, sólo 15 minutos antes de la noche de gala. Como no había llevado ropa formal, me puse lo mejor que tenía, jean y camisa y fuimos a comer.

Salvo mi papá, que había ido a ver la obra de teatro de las 8, los otros 3 nos levantamos sólo unos minutos antes de la cena. Estaba tan dormido que casi entro a comer a otro restaurant por equivocación. Hice toda la cola rodeado de gente de smoking y vestidos largos hasta que me di cuenta que no era el restaurant que nos correspondía. Di media vuelta y me fui hasta el otro.

Por suerte en el nuestro la gente estaba vestida más formal que de costumbre, pero no de etiqueta, no de gala. No quedé tan colgado.

Comimos, dimos una vuelta por la zona de las piletas, fuimos a ver las fotos (muy buenas!) que nos habían sacado la noche anterior, y nos volvimos, cada uno a su habitación, a dormir. Al día siguiente nos esperaba una agitada y larga jornada en la isla de Martinique.

 

Si necesitan seguro de viaje, les recomiendo IATI que es el que me pareció más serio y confiable de los que he tenido hasta ahora. Además les doy un descuento en este link:

Y para reservar alojamiento en Antigua o cualquier otro lado, les recomiendo Booking o Airbnb (crédito de regalo).

 

 

Algunos de los enlaces en este artículo incluyen enlaces de afiliados. Esto significa que si compras o reservas siguiendo estos enlaces no tendrás ningún costo extra y yo recibiré una comisión que me ayuda a seguir compartiendo mis experiencias para que más gente se anime a salir de su zona de confort y hacer lo que le gusta.

Nunca recomiendo un producto/servicio únicamente basado en su comisión.