Batumi era una ciudad de la que no esperaba nada. Georgia, en general, era un país del que no esperaba nada. Era el primer país que iba a visitar de los que no estaban en mis planes iniciales. En Estambul conocí a Agustín, otro viajero argentino y decidí cambiar mi ruta y seguir su camino unos meses. Él iba de Turquía a China a dedo por la ruta de la seda. Yo le dije que iba hasta Irán. Me interesaban Turquía e Irán. Para el resto no tenía expectativas, iba de paso. Pero qué sorpresa me iba a llevar con Georgia. Y qué sorpresa con Batumi, una ciudad con potencial por demás.
Estábamos en Capadoccia y teníamos que llegar a Batumi. Agus se fue temprano haciendo autostop y yo decidí tomar un bus a la tarde para adelantar con unas cosas y estar un poco más libre. Salí a la tarde, y casi 24 horas después llegué a la querida ciudad de Batumi. Agus terminó llegando el mismo día, pero a la noche.
Después de la odisea de mi viaje, finalmente llegué al hostel, me bañé, y salí a dar una vuelta.
Lo primero que me llamó la atención fue que todos los negocios tenían casa de cambio adentro. O mejor dicho, todos los negocios cambiaban varias monedas. Y no era al mejor estilo «cueva» financiera en Buenos Aires, escondida. Era con cartel con cotizaciones y todo. Y cuando digo todos los negocios, no exagero. Supermercados, farmacias, panaderías, restaurantes, lugares de comida rápida, heladerías, era increíble. Nunca había visto algo así. Está bien que Batumi es una ciudad fronteriza, pero era demasiado.

Empecé a percibir algo raro (en el buen sentido) en la ciudad.
En el hostel conocí a un sudafricano, que había vivido en Nueva Zelanda y que en ese momento estaba viviendo en Australia, y a su novia de Ucrania. También conocí a una chica de China, y fuimos todos a relajar a la playa. Todos viajeros. Como siempre que se junta un grupo muliticultural de gente que viaja, hablamos de todo un poco.
Otra de las cosas que me sorprendió de la ciudad fue la diferencia de desarrollo de las distintas zonas. Se notaba que la ciudad se había desarrollado desde el mar hacia adentro. Las primeras 10 cuadras desde el mar era muy europeas, con zonas que tenían edificios al mejor estilo Dubai (en menor escala). Pero pasadas esas 10 cuadras limpias, desarrolladas y muy prolijas; parecía que la guerra hubiera terminado el día anterior.


Calles de tierra, veredas casi inexistentes, conexiones muy básicas, cero respeto por las normas de tránsito, etc. Todo muy desorganizado, todo en construcción.
En definitiva, parecía un mix muy interesante desde mi punto de vista. La ciudad tenia un poco de todo.


Más tarde, salimos con Yolanda (el nombre occidental de la chica de China) y nos juntamos a comer con Agustín que había logrado llegar esa noche a Batumi. Finalmente le había resultado bastante «fácil» hacer autostop desde Capadoccia hasta Batumi.
Agus quiso acampar en una de las plazas principales, para ahorrarse esa noche de hostel, pero un policía nos echó con buena onda. Nos quedamos hablando un rato con él, y finalmente terminamos todos durmiendo en la misma habitación en el hostel.
A la mañana siguiente, en el mismo hostel conocimos dos chicos. Uno era de Abjasia y el otro de South Osettia. Dos regiones en conflicto de Georgia, que luchan por la independencia, y que estaban apoyadas por Rusia. Era 2 personajes. Estaban tomando whisky a las 10 de la mañana, fumando marihuana, estaban de fiesta. Eran muy simpáticos, muy buena onda.
Desayunamos y fuimos directo a la embajada de Irán. Ambos decidimos tramitar la visa de Irán en Batumi porque nos habían dicho que era más fácil y hasta más barata que en otros lugares. Completamos el formulario, pero a mí me faltaban las fotos. Así que no pude entregar todo. Agus ya tenía experiencia porque él había estado en Irán unos meses antes, así que me ayudó con todo.
De ahí fuimos a la embajada de Azerbaiyán porque yo necesitaba la visa para entrar a ese país. Agus ya la tenía porque la había tramitado en Buenos Aires. Como yo no tenía ese país en mis planes, decidí hacer ambas en Batumi. Para Azerbaiyán, me faltaban las fotos, el formulario (se bajaba de internet) y la reserva.
También se pueden tramitar a través de agencias de viajes, pero no tiene ningún sentido. Es un gran negocio, que sólo le recomiendo a la gente que no quiere hacer nada y le sobra el dinero. No tiene sentido pagar por un servicio que se pude evitar con un poco de organización e informándose.
Fuimos al banco a depositar el dinero de la visa de Irán y quedé sorprendido. El banco no sólo era muy lindo por dentro, sino que todo estaba muy organizado, todo era muy eficiente y hasta había wifi gratis para los clientes. No lo podía creer. En Argentina ni siquiera se puede usar el celular adentro del banco, y ahí todos estaban navegando en internet mientras esperaban. Claramente estaba en un país más seguro. Otra mentalidad completamente.
Fuimos a la embajada de Irán y dejamos todas las cosas. Nos dijeron que volviéramos en 3 días hábiles, aunque finalmente tardaron unos días más.
Volvimos al hostel y comimos una de las especialidades de la cocina georgiana: el mítico Kachapuri.

En los alrededores del hostel, había una feria local de frutas y verduras. Al menos eso vendían en la primera cuadra, después seguían con ropa, y muchas otras cosas más. Los vendedores eran pasivos, eran mucho más tranquilos que en Turquía donde te volvían loco.
Fuimos hasta el mar y nos sentamos a ver a los pescadores en el inicio de la rambla.
Salimos a caminar y la verdad es que los edificios modernos eran de otro planeta, de otra ciudad. No tenían nada que ver con el resto de la ciudad.
Me senté en la playa a mirar el atardecer nublado y en menos de 5 minutos vi varios delfines muy cerca de la costa. No tenía idea que hubiera delfines en el Mar Negro. Me pareció muy extraño, pero los disfruté.
Vimos más torres modernas y después fuimos al Mc Donald’s futurista y entré a comer algo. Como estaba lloviendo, volvimos al hostel.
Fuimos a comer al casino y descubrimos la solución a nuestro bajo presupuesto en Batumi. Había un buffet bastante bueno dentro del casino (en un hotel 5 estrellas), donde se podía comer sin jugar. Se esperaba que la gente jugara, pero no era obligatorio. Para qué?? Fuimos todos los días.
El casino era muy bueno. Chiquito, pero con las maquinas necesarias y nunca estaba muy lleno. La primera vez que entramos estaba de fondo la canción «One call away», que me tenía medio sensiblón en ese momento. Inconscientemente conecté con el lugar. Pero creo que más porque había comida gratis jaja.
La comida era bastante buena. Comimos hasta explotar. Otra cosa que nos dimos cuenta era que las mujeres más lindas estaban en el casino. No eran las mismas que veíamos en la calle en el día a día. No sé dónde iban durante el día. Pero de noche estaban ahí.

Al día siguiente me levanté temprano y el chico de Abjasia me ayudó llevándome a sacar fotocopias e imprimir, y después fui a hacer la visa de Azerbaiyán. Todo el proceso fue bastante fácil. Pero si no hubiera tenido la ayuda de él, probablemente hubiera tardado mucho más.
Con Agus y Yolanda fuimos a almorzar al casino primero. Y después a averiguar por las inversiones inmobiliarias que estaban publicitadas por toda la ciudad. Preguntamos todo y la verdad es que es un país súper interesante para la inversión extranjera. Y más Batumi. Y más inmobiliaria. Cada índice internacional que me mostraban, lo tenía que chequear dos veces porque no lo creía. Pero sí. Todo lo que me dijeron era cierto. Era una oportunidad increíble. Tanto que me interesé al punto de querer vender departamentos para ellos.

Estuvimos como 2 horas haciendo preguntas, y al irnos nos regalaron unos anotadores y un vino. Merchandising gratis, adentro.
A la noche fuimos a comer al casino los 5 (la china, la ucraniana, el sudafricano, Agus, y yo). Comer en el casino era un gran negocio. Comíamos como animales y todo gratis. Al sudafricano le daba un poco de cosa y jugaba algunos laris (moneda de Georgia). Nosotros íbamos estrictamente a comer.
Para el casino también era negocio. La gente comía y se quedaba más tiempo. Todos jugaban algo. Y la casa siempre gana. No hay forma que un casino pierda dinero. Alguien puede ganar, pero la mayoría de la gente pierde. Y mientras más tiempo uno pase adentro, más chances hay de que se tiente y juegue más dinero. Por eso ninguno tiene ventanas o relojes, no quieren que la gente se de cuenta del paso del tiempo.
Al día siguiente le regalé el vino al chico que me había ayudado con las impresiones y fotocopias, y fuimos de nuevo al casino. No hacíamos mucho en Batumi. Estábamos esperando visas y alimentándonos muy bien. Pero ese día detectamos que ya se habían dado cuenta de nuestra conducta. No nos trataron igual que al resto de la gente. Ya llevábamos 4 comidas seguidas ahí.
Volvimos al hostel a buscar la mochila chica y salimos.
Fuimos a visitar un parque nacional que quedaba cerca. Fuimos por una noche, y yo me volví a Batumi al día siguiente. Agus se quedó esa noche también. Yo la había pasado tan mal la noche anterior en la carpa, que necesitaba una cama.
Volví a Batumi de noche y la verdad es que era otra ciudad. Salí a caminar por la costanera para dar unas vueltas y conocer un poco ese ambiente. Muchas luces, mucha movida. Lanchas en la costa con música y gente bailando. Y mucha gente caminando a la orilla del mar. La costanera no sólo era entretenida, sino que también estaba muy cuidada y era muy segura. Era un gran lugar para andar en bici.
Estaba lleno de jóvenes en bicicleta. Todo muy iluminado. Al borde del mar. Un espectáculo a cada paso. Justo había luna llena, qué más podía pedir?
Volví al hostel y al final terminé pagando menos que los días que me había alojado antes de ir al parque nacional. El dueño no estaba, y el señor que estaba a la noche sin querer me dejó ver que otra persona había pagado menos. Le dije que quería esa tarifa, no la más cara. Llamó al dueño, y finalmente terminé pagando sólo 10 laris la noche. Un regalo.
El recepcionista de la noche, un señor de unos 50 años, me contaba todos los días lo mismo. Tenía un inglés muy limitado y siempre me hablaba de su visita a la Argentina en los ’80 y como compraba mujeres por 15 dólares en australes en la ciudad de San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe. Muy bizarro.
Esa noche me quedé trabajando hasta tarde.
Al día siguiente fuimos a almorzar al casino de nuevo. Bien tarde, como para tirar todo el día hasta la noche.
Fui a la playa con Svetlana, la chica de Ucrania. El novio no quería ir y Agus se había ido a una cita con otra chica de Ucrania. Charlamos toda la tarde. Me contó de sus experiencias trabajando alrededor del mundo con el turismo receptivo de Rusia y me contó mucho de su país. La «maté» a preguntas. Tanto, que me quedé con ganas de ir a visitar Ucrania. Tanto, que al final fui 2 semanas después de Irán.
Volvimos al hostel porque la temperatura había bajado y estaba frío para estar tomando sol en la playa. Volvimos antes del atardecer. Pero tuvimos tiempo para volver al hostel a buscar al novio y volver a la playa a ver un atardecer increíble. Se había nublado un poco (mejor para que aparecieran más colores), y hasta aparecieron los delfines sobre el final.
Y de ahí todos a comer al casino. Nos encontramos con un chico muy viajero, de Irán, y charlamos mucho de viajes y de política internacional. La verdad es que fue muy interesante. Si bien Reza era bastante occidental en sus formas e ideas, aprendimos un montón de su país.
A la mañana siguiente aprendimos un poco de farsi con Reza, y después fuimos a comer al casino. Para ese entonces ya habíamos perdido la cuenta de la cantidad de veces que habíamos ido. Cada vez que pasábamos por la seguridad y mostrábamos nuestra tarjeta de identificación, teníamos un poco de miedo de que no nos dejaran entrar. La verdad es que lo que estábamos haciendo, si bien técnicamente estaba permitido, ya era demasiado. Estábamos yendo todos los días doble turno a comer como salvajes, y sin jugar ni un centavo.
Muchas veces quienes iban con nosotros jugaban. El iraní, el sudafricano y la chica de China. Pero nosotros hasta ese momento no habíamos jugado nunca.
Fuimos a la embajada de Irán y no nos retuvieron los pasaportes. Hicimos todo el trámite sin dejar los pasaportes. Y esa fue la razón por la que yo pude tramitar ambas visas al mismo tiempo y ahorrar varios días de espera.
Ese día no estaban listas las visas, por lo que no nos aceptaron los pasaportes. Nos dijeron que volviéramos al día siguiente. La visa de Azerbaiyán también me dijeron que iba a estar para el siguiente día.
Durante el día no hacíamos nada. Nos levantábamos tarde. Íbamos a comer al casino. Íbamos a ver si estaban listas las visas. Y a la noche volvíamos al casino a comer. Fueron varios días de esa rutina improductiva para descansar de los agitados días que habíamos vivido en Turquía. De vez en cuando dábamos una vuelta, pero no mucho.




Esa noche decidimos cambiar de casino y fuimos al Radisson. Era mucho más formal que el Leogrand. Todo mucho más protocolar, de mayor nivel. Menos el buffet. Había sólo ensaladas. Nosotros que veníamos acostumbrados a comer de todo. Varios platos de entrada, varios principales, y varios postres. No nos íbamos a conformar con unas simples ensaladas. Dimos unas vueltas como para no salir a los 2 minutos y nos fuimos a comer a «nuestro» casino. Creo que al final pasamos más tiempo en la registración inicial que adentro del casino, pero bueno. El buffet no era bueno, así que nos fuimos.
A la mañana siguiente fuimos de nuevo a la embajada y nos dijeron que volviéramos a la tarde. Si no hubiera sido porque el señor que trabajaba ahí era muy buena onda, hubiéramos pensado que había algún problema con nuestras visas.
En el camino hacia el hostel, entré a la catedral de la ciudad. Había pasado un montón de veces al lado, pero nunca había entrado. La primera cosa que me llamó la atención fue que no había sillas. El lugar era oscuro porque estaba lleno de vitreaux de colores oscuros que no permitían el ingreso de mucha luz. Algunas partes estaban sin restaurar, la verdad es que debe haber sido muy antigua.
Justo en ese momento había una ceremonia. Georgia es un país muy religioso. Afuera de la catedral había un jardín, con muy poco mantenimiento. La mayoría de las mujeres se ponían velo para entrar, fue la primera vez que vi que las mujeres usaban velo para una iglesia cristiana (después lo iba a ver en varios países más como Ucrania y Rusia). En su momento no lo entendí, creí que era una cruza con algo de influencia musulmana porque acababa de venir de Turquía, pero no tenía nada que ver.
Por otro lado, una de las cosas que vendían a la ciudad, era que tenían el boulevard más largo de Europa. No le creíamos mucho, pero fuimos a caminarlo.
Después de comer, volvimos a la embajada de Irán. Había bastante seguridad y sin querer nos dejaron encerrados sin atendernos. Hasta que gritando, los guardias de afuera nos escucharon, nos abrieron la puerta, y nos dijeron que esperáramos adentro. Claramente no entendíamos ni georgiano, ni farsi. Pero con señas y un poquito de inglés nos comunicábamos.
Finalmente, después de varias vueltas nos dieron la visa por 14 días de estadía, en un período de 3 meses. Lo bueno es que esa estadía se podía extender fácilmente en Irán, hasta por un mes extra.
Ya con la visa de Irán en el pasaporte, fuimos a buscar mi visa de Azerbaiyán. No estaba lista.
Casino a la noche y a dormir.
Al día siguiente pasé por un colegio donde estaban festejando que se recibían. Todos bailando en la calle, un espectáculo. De ahí fui a la oficina de la constructora con algunas preguntas más puntales sobre las oportunidades de inversión inmobiliaria en la ciudad y estuve ahí como 2 horas aprendiendo sobre la política y economía de Georgia.
Fuimos a comer al casino, y cuando fui a buscar la visa de Azerbaiyán, no estaba lista. Fuimos a la playa y había un ruso que se nos acercó y se quería levantar a nuestra amiga ucraniana. Era muy gracioso. Se las daba de viajero, y la verdad es que había recorrido bastante, pero no tenía actitud de viajero.
Estuvimos ahí un rato y a lo lejos vimos un grupo de gente con cámaras y mucho barullo. Nos acercamos y resulta que estaban filmando un video clip en la playa, a la hora del atardecer. La imagen era muy extraña. Una pareja famosa de india en el centro tocándose de manera muy sensual, lleno de espejos sobre las piedras de la playa, alrededor de los espejos unas 20 chicas georgianas acostadas sobre las piedras, y unos 100 indios que andaban a las corridas detrás de cámaras.
La imagen era surrealista. Habían venido desde India a filmar el video clip. De Bollywood directo a Batumi. Vaya uno a saber por qué Batumi. Pero bueno, estaban ahí. Nos quedamos a ver todo hasta el final. Era muy cómico como el director cortaba la escena todo el tiempo y a medida que el sol iba bajando todo se iba poniendo más tenso.
Y de a poco, se iba sumando más gente a ver la escena extraña en el medio de la playa georgiana. Más que nada turistas. Mucha gente estaba ahí para ver la filmación, pero mucha otra estaba para ver el increíble atardecer en la playa.
Lo más cómico fue cuando el sol ya estaba desapareciendo. Los indios estaban filmando la escena final, la pareja en su momento más hot, y un turista se metió en el cuadro de filmación.
Todos empezaron a gritarle desesperados y por casi un minuto el señor no se movió, él estaba feliz sacando fotos del atardecer. Hasta que se dio cuenta que le estaba arruinando el final y que había como 100 personas gritándole para que se corriera. Finalmente pudieron grabar el final del video clip, y todos contentos.
Volvimos al hostel, y para no perder la constumbre, fuimos a comer al casino. Esa vez fuimos con un chico de Kazajistán que hablaba inglés estadounidense, y de la costa oeste. Muy similar a mi acento cuando hablo inglés, muy extraño (yo trabajé ahí un tiempo largo, él ni siquiera había estado en Estados Unidos…. es increíble la influencia que tienen las películas y series).
Al día siguiente fuimos al casino y más tarde finalmente me dieron la visa de Azerbaiyán.
Finalmente podíamos seguir camino. Finalmente nos podíamos volver a mover. Se iba a extrañar a Batumi y su potencial. Pero ya sabía que voy a volver…
Volviendo de la playa nos cruzamos con una pareja ecuatoriana que tocaba música folklórica de su país en la peatonal de Batumi. Muy parecidos a los que me había cruzado en Malmo, Suecia.
Me acerqué a hablar con ellos, eran de Otavalo, cerca de Quito. Me contaron que eran varios ecuatorianos viajando por el mundo y viviendo de lo mismo. Sin dudas que una gran forma de viajar es aprender algo único, autóctono e universal. Con eso se puede generar ingresos en cualquier lado.
Lo curioso fue que a los 100 metros nos encontramos otros 2 ecuatorianos del mismo lugar, haciendo lo mismo. Nos dijeron que se habían conocido ahí, la verdad es que no les creímos mucho. Las únicas 3 veces que crucé ecuatorianos viajando fue haciendo lo mismo. Un grupo en Suecia y 2 en 100 metros en Batumi. Algo armado debe haber. Alguien sabe algo?
Seguimos caminando y nos cruzamos con un evento por el día de la independencia de Georgia. Nada del otro mundo.
Más tarde fuimos a despedirnos al casino y jugué 9 dólares que obviamente perdí.
Al día siguiente partimos haciendo autostop rumbo a Tbilisi.
La verdad es que la ciudad me encantó. Me gustó el contraste, Me gustó que hay mucho por hacer, y que las reglas son bastante claras y otorgan flexibilidad. Me gustó la calidez de la gente. Me fascinaron los atardeceres. Con Agustín se nos ocurrió poner un hostel en Batumi. Aunque no es la primera ciudad en la que pensamos eso. Veremos que hago en el futuro en Batumi. De lo que sí estoy casi seguro (a seguro se lo llevaron preso dice una amiga), es de que voy a volver pronto.
Genial tu blog. Cuéntame mas sobre invertir en Batumi y montar empresa para temas fiscales. Que negocios crees que funcionarían?
Y sigue con tus relatos que spn geniales 🙏🏻
Hola! Deberías ver el video de YouTube que hice 3 años después desde el edificio de departamentos que quería comprar. Acá está: https://youtu.be/aMH4Kr2wN0c