Nos levantamos en la casa de mi amigo en Los Angeles y emprendimos nuestro camino hacia la ciudad de San Diego. Pero en lugar de ir directo hasta la ciudad que limita con México, fuimos parando en cada pueblito playero que nos gustó. En lugar de tomarnos 3 horas, el viaje nos tomó todo el día, pero conocimos lugares increíbles, poco conocidos internacionalmente, pero muy interesantes.
Fuimos todo por la California State Route 1, también llamada Pacific Coast highway; y cada vez que veíamos un pueblito que nos sonaba interesante, salíamos de la ruta y entrabamos a explorar y dar unas vueltas.
Nuestra primera parada fue Manhattan Beach, un pueblo de 35.000 habitantes muy bonito. Manejamos por la calle principal, Manhattan Beach Blvd. hasta el muelle principal.
Estacionamos y bajamos a caminar. No conocíamos nada; caminamos por el muelle, un poco por la playa y la calle que bordea la playa, muy relajados.
Más tarde me enteré que es la localidad con las casas más caras de toda California, con un promedio de 1.8 millones cada una, una locura. El lugar es muy lindo, pero me parece un poco mucho.
Después de dar una vueltas, volvimos al auto y en lugar de regresar hacia la ruta, seguimos manejando bordeando el mar. La calle Ocean Drive se convirtió en Hermosa Avenue, después Beach Drive y de repente estábamos en otro pueblo, Hermosa Beach (20.0000 habitantes). Estacionamos y nos bajamos a explorar. La última cuadra antes de llegar al mar es peatonal y llena de palmeras. Todo terminaba, nuevamente, en un muelle muy pintoresco.
Volvimos al auto y seguimos bordeando el mar. Beach Drive se convirtió en North Harbor Drive, y ya habíamos cambiado de pueblo. Ahora estábamos en Redondo Beach; el último de los 3 pueblos que son llamados «Beach Cities». Este es el más grande de los 3 con alrededor de 67.000 habitantes y si bien nosotros no sabíamos estos datos en ese momento, nos dimos cuenta porque el muelle era mucho más grande que los dos anteriores.
Como ya era mediodía y además porque ya estábamos muertos de hambre, paramos a comer. Nos sorprendimos porque, a pesar del alto nivel de vida del lugar, encontramos un restaurant sobre el muelle, con vista al mar, por un precio muy razonable. No lo dudamos ni un segundo, la experiencia fue excelente, nos atendieron muy bien, buena comida, y una vista espectacular. Estábamos en el muelle, arriba del agua, comiendo en una mesa al lado de un ventanal con vista al mar, un lujo!
A la salida, no encontramos con una señora que vendía la posibilidad de encontrar una buena perla en una ostra. Se compraba la ostra cerrada y al abrirla podía tocar una buena o no. Yo quería probar, pero Betina, mi ex novia, no me dejó gastar en eso. No era tan caro, pero bueno; me cuidaba la plata para el resto del viaje.
En los 3 pueblos, las «Beach Cities», sentimos ese ambiente relajado, de despreocupación, de vida de playa. Surf, arena, mar, «laid back lifestyle». Son excelentes lugares para descansar de la locura de la gran ciudad. Es por eso que muchos famosos que trabajan en Los Angeles, viven en estos lugares. El problema es que no son nada baratos, más bien, todo lo contrario.
Después de recorrer todo el muelle y un poco la playa y el centro, volvimos al auto y seguimos viaje. La siguiente localidad por la que pasamos fue Rancho Palos Verdes. Si bien no bajamos del auto, dimos una vuelta por el lugar, y también nos gustó mucho. Seguimos viaje y pasamos por Long Beach, una ciudad playera; pero justamente como era ciudad ciudad, no bajamos.
Nuestra siguiente parada fue Sunset Beach, una pequeña localidad de menos de 1.000 habitantes, que ahora fue anexada a Huntington Beach. Bajamos, dimos unas vueltas, sin muelle, pero con playas muy lindas como las anteriores. Como no hacía mucho calor, y el Pacífico es más frío, no nos metimos al mar en ningún lugar, pero si caminamos por la playa relajados.
Se estaba haciendo tarde, por lo que decidimos manejar un poco más hasta que el sol empezó a bajar. Frenamos en Laguna Beach para apreciar el atardecer. Dejamos el auto en el estacionamiento de un Mc Donald’s (nos compramos unas hamburguesas) y bajamos a la playa.
Fue unos del los atardeceres más increíbles de mi vida! Está peleado con uno de Kauai y uno de Lake Tahoe.
Después de ver semejante atardecer, seguimos directo hasta San Diego, ya que de noche no podíamos disfrutar mucho del paisaje. Llegamos al centro de San Diego alrededor de las 9 p.m. y paramos en un Mc Donald’s para usar el wifi y reservar un hotel. Como el ambiente no era muy lindo dentro del Mc, no quise sacar la computadora y fue la primera vez que reservé un hotel con el teléfono, a través de una app.
Terminamos de comer y fuimos directo al hotel. Habíamos tenido un largo día, recorriendo pueblos de california, más que nada playeros, siempre bordeando la costa. Caímos rendidos en la cama. Antes de ir a dormir, buscamos e investigamos las atracciones más interesantes de San Diego para ir al día siguiente.
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