6 a.m. Me despierto con intenciones de empezar bien temprano el día, tomar algo e ir al gimnasio. La vagancia me gana, me doy vuelta y me vuelvo a dormir. Era la primera mañana en el crucero y arrancar tan temprano no fue posible.
7:30 a.m. Suena el teléfono de la habitación, mi papá llamaba para despertarme para que vayamos a desayunar temprano y después buscar los tickets de salida de las lanchas a primera hora. Efectivamente me levanté, fuimos a desayunar a uno de los restaurants, y nos quedamos sorprendidos por la excelente atención y la excelente variedad de la carta del desayuno. Comimos de todo!
8:00 a.m. Terminamos de desayunar, subimos al piso 7 y buscamos los tickets para las lanchas de las 14 hs. Ese día el barco paraba en Road Town, la capital de las Islas Vírgenes Británicas, en la isla de Tortola. Pero no iba hasta la costa, sino que el barco se quedaba fondeado a unos 500 metros (más o menos) de distancia y unas lanchas lanzaderas te llevaban (ida y vuelta todo el día) hasta la costa. La primera salía a las 14 hs y la última a las 17 hs.
No podíamos darnos el lujo de perder 3 horas en BVI (British Virgin Islands) sólo por no levantarnos temprano para ir a buscar los tickets (para organizar bien la bajada ese día y que no pretendieran salir las 3.000 personas al mismo tiempo, había que pasar a retirar unos tickets con horario para las lanchas).
Por suerte no había cola (creíamos que los típicos viejos tempraneros ya iban a estar ahí) y en menos de 1 minuto teníamos nuestros 4 tickets.
8:05 a.m. Salimos a la cubierta a observar la isla de Puerto Rico a nuestra izquierda. Mientras apreciaba la inmensidad del Mar Caribe y del Océano Atlántico no podía entender, no me entraba en la cabeza, cómo aquella española loca que conocí en Hawaii había hecho para cruzar el Atlántico en un velero junto a un par de desconocidos que había encontrado por internet. Eso sí es una aventura!
Si el Mar Caribe se mueve, el Océano Atlántico no me quiero ni imaginar.
Finalmente fui al gym unos 30 minutos. Como me estaba deshidratando, salí, crucé la cubierta (piso 13) de punta a punta y fui hasta el buffet a tomar agua, bajé al camarote (piso 8) para ir al baño y buscar música, y de nuevo subí al gym al 13. Cuando terminé con la rutina, bajé a bañarme y fui a la cubierta a disfrutar del aire libre un poco. Ese primer día era el único que pasábamos tantas horas en el crucero. Justamente habíamos elegido hacer ese crucero porque todos los días paraba en islas distintas y no había días enteros de viaje en el mar, como sí lo hay en otros itinerarios.
El equipo de animación del crucero había organizado un juego muy divertido, y al final se armó un baile musicalizado por el DJ del barco (DJ Valerio). Siempre había actividades en el barco, todo el día. A la noche llegaba una «revistita» con el itinerario del día siguiente en gran detalle (desembarco, actividades, horarios de todo, etc.), para poder planificar el día siguiente.
Fuimos a comer al buffet, que estaba «explotado» de gente, por lo que terminamos con los platos al borde de la pileta (no había mesas disponibles), comiendo sobre una reposera. Un «quilombo», un lío de gente, no se podía ni caminar. Por suerte era el único almuerzo en el barco, los demás serían en las distintas islas en donde íbamos a ir parando.
13:45 Fuimos al teatro a reunirnos para tomar la lancha de las 14 hs.
14:20 Llegamos a la isla y, como de costumbre, empezaron a ofrecernos las mismas excursiones que vendían en el crucero, pero a precios mucho más bajos. La excursión de Virgen Gorda (la más conocida) la ofrecían a 50 usd en lugar de 70 usd.
Decidimos hacer una mucho más barata, de 20 usd por personas, que consistía en dar una vuelta a media isla en un minibus sin puertas, con un guía local y una parada de 45 minutos en Long Bay Beach.
«Shaqui», nuestro guía local / «filósofo de isla», nos llevó a dar una vuelta en su taxi/van por las intrincadas rutas de BVI (British Virgin Islands, o Islas Vírgenes Británicas), manejando como un loco, por la izquierda como en Inglaterra, pero con un auto con el volante del lado izquierdo (un peligro!). Su van no era la única, casi todos los autos de la isla eran estadounidenses, pero se manejaba del lado izquierdo porque todavía son colonia británica.
Nos fue contando un poco de historia de la isla, mostrándonos paisajes, y explicando lo que íbamos viendo a medida que subíamos las verdes colinas de la isla de Tortola.
En el medio de todo esto, trataba de inculcarnos la filosofía de vida de isla (no stress, healthy food, sex everyday). Según él, esta era la principal razón por la que la isla era uno de los lugares con mayor expectativa de vida del mundo, con una gran cantidad de gente de más de 100 años. Según él, gracias a que cumple con esos 3 principios, su vida sexual era la de un chico de 20 años, y les puedo asegurar que tenía más de 70 años.
Cuando le preguntamos cuántos años tenía, no nos quiso decir porque, nuevamente según él, una vez había dicho la edad que tenía a unos turistas ingleses y ellos le dijeron que bajo las leyes inglesas (que son las que rigen en la isla) él no estaba autorizado a manejar este tipo de vehículos. Entonces por las dudas, desde ese día, no revelaba su edad a los turistas.
Era muy simpático y tenía una pinta de charlatán bárbaro, le volví a preguntar la edad varias veces más en voz baja, y siempre me respondía que no con cara de pícaro. Al final nunca reveló su edad. Así que nunca supimos realmente cuántos años tenía este personaje, pero seguro que eran más de 70.
Las señoras «paquetas» de Austria y Francia que iban en el tour con nosotros, que entendían la mitad de los que Shaqui decía en su inglés «rústico» de isla, estaban mitad espantadas y mitad muertas de risa con las cosas que decía. No lo podían creer.
Todo el tiempo «vendía» la isla como un paraíso «free of crime», aunque hay que chequearlo, dudo de que sea taan seguro como Shaqui lo vendía. En un momento pasamos por un mural de unos 200 metros de largo al costado de la ruta que ilustraba la historia de la isla en unas 30 imágenes, una al lado de la otra. Shaqui disminuyó la velocidad y nos explicó en detalle, una por una, todas las pinturas.
Justo cuando paramos en la playa, se nubló (lo que significa que el mar deja de verse turquesa). Igualmente nos metimos al agua un rato, descansamos tirados sobre la arena un rato y volvimos al bus. Había un negro enorme con rastas que controlaba que nadie usara las reposeras sin pagar. Mucha gente se acostaba sin saber como funcionaba el sistema y los sacaba volando.
Nos quedamos un rato, hasta que volvimos al puerto para tomar la lancha que nos llevaría de vuelta al crucero.
Volviendo desde la lancha sacamos un par de fotos al sol que estaba apareciendo entre las nubes.
Arribamos al barco cerca de las 18 hs, y fuimos directo al buffet a picar algo.
20:00 Más tarde, antes de comer, fuimos a ver Luxury, un show muy variado con mucho baile, algunas acrobacias, canto y mucho pero mucho humor, muy bueno! Cuando terminó el show, el barco se estaba moviendo tanto que la gente casi se cayó al piso mientras subía las escaleras del teatro.
21:00 Como faltaban 30 minutos para el horario de la cena (para el restaurant, en el buffet se podía comer a cualquier hora), salimos afuera a tomar algo de aire y recién después bajamos a comer.
22:00 Algunos mareados abandonaron la cena a la mitad.
23:00 Con Fede, mi hermano, fuimos a hacer «reconocimiento de campo» al boliche del crucero. Estaba muy bueno, pero no había nadie, así que así como entramos, en menos de 1 minuto, nos fuimos.
23:30 En el camino a la habitación nos agarraron para hacer unas fotos (que nunca compramos). Nos divertimos un rato posando para el fotógrafo que se lo tomaba menos en serio que nosotros, charlamos un rato con una moza del bar donde estaba el fotógrafo; y finalmente, después de un largo día, nos fuimos a dormir.
Al día siguiente la aventura seguía en Antigua, y empezaba bien temprano.
eileen dice
sigue siendo buenisimo tu relato Fran! y las fotos lindisimas! Aunque por lo que contas, creo que nunca voy a ir en un crucero por lo que segun vos, se mueve mucho! Eso no me gusta nada!
beso,
eileen.
Francisco Ortiz dice
Eileen! Se movió sólo ese día. En general no se mueven mucho en el Caribe, pero bueno, puede pasar. Igualmente fue un rato, después todo siguió normalmente. La verdad que viajar en un crucero es una experiencia distinta y puede ser muy divertida, siempre hay actividades para hacer, aunque estar todo el día arriba del barco puede transformarse en algo monótono. Por eso elegimos uno que parara en distintos destinos todos los días. Ya continuaré con mis relatos de los días que siguieron.
Saludos!
Ana Lia dice
Me voy con el Costa el 14 de marzo, ojalá este calmo el mar, por mis amigas.