Honestamente no sabía nada de Bratislava. Ni siquiera había visto la famosa película «Hostel» (no me gustan las pelis de terror). No sabía nada antes de llegar a Europa y no sabía nada cuando llegué a Bratislava. Ni siquiera sabía algo de Eslovaquia, solo que antes era parte de Checoslovaquia junto con República Checa.
Reservé hostel un día antes desde Viena y fui porque era la capital de un país. Pensé que seguro iba a tener algo interesante para visitar.
Bratislava normalmente es «discriminada» porque está en el medio entre Praga, Viena y Budapest. Excelentes destinos turísticos. Pero debo decir que Bratislava tiene lo suyo.
Vale la pena ir? Les cuento mi experiencia y ustedes saquen sus propias conclusiones.
Llegar a Bratislava desde Viena fue muy fácil. Una hora de colectivo y con una empresa que cobraba solo 1 euro (sí, no me equivoqué, salía un euro). Incluía café, diario y auriculares para escuchar música o ver películas en la pantalla en el respaldo del asiento de adelante (sí, asientos con pantallas táctiles).
Un euro salía el viaje de día y 4 euros si era de noche. Es por eso que muchos viajeros recorren Bratislava en 1 día. Lo toman como un paseo desde Viena. Para mí no tiene mucho sentido porque Bratislava es mucho más barato. De última yo lo haría al revés. Igualmente lo que hice yo en esta oportunidad fue reservar 2 noches en Bratislava para recorrerla más tranquilo y tener algún tipo de experiencia con la cultura local.
Apenas bajé del colectivo que me llevó desde Viena por 4 euros, empecé a caminar hacia el hostel. Me crucé con una parilla argentina en el camino y muchas luces navideñas. Pasé por una zona que parecía céntrica y llegué a donde me marcaba el gps que estaba el hostel.
Pero no lo encontraba, estaba ahí y no encontraba el hostel.
Había un lugar de masajes tailandeses («thai massage»), un edificio en ruinas y otros edificios antiguos, pero en ninguno encontraba el número de la calle. Pasé como unas 10 veces al frente de esta esquina, hasta que vi que al lado del cartel de thai massage decía hostel.
Según los chicos del hostel sí ofrecían «happy ending» en el lugar, aunque no era de mi interés. El hostel estaba en el mismo edificio, pero un piso más arriba.
Apenas entré, me di cuenta que era el tipo de hostel que a mí más me gustaba. Súper relajado, tamaño intermedio a chico, nada muy arreglado, simple, «bohemio», tranquilo. Una de las cosas que me gustó mucho es que apenas hice el check in, sacaron un mapa y me explicaron todos los puntos de interés de la cuidad y además me ubicaron todos los lugares baratos para comprar comida, bebida, etc.
Unas horas después me di cuenta que en el hostel no habían empleados, eran todos viajeros.
Viajeros de los buenos, de los muy viajados, que simplemente estaban haciendo una parada para seguir viajando o que tenían ese modo de viajar para mantenerse más tiempo en ruta. Trabajaban 3 días a la semana 8 horas y tenían 4 días libres, a cambio de vivir ahí en el hostel y comida.
En el camino a la habitación pasé por un pasillo que tenía todas las paredes escritas con frases de viajes y motivadoras escritas por los viajeros. En la sala común me crucé 2 portuguesas y en la habitación había un alemán y 3 austríacos. Los de mi habitación buscaban fiesta, habían ido a Bratislava por la fiesta, pero el resto estaba recorriendo Europa del Este.
Me invitaron a comer en el hostel por 2 euros (no recuerdo haber pagado) y al final me quedé como 4 horas charlando con un irlandés, una australiana, un inglés, un polaco, una canadiense y una checa. Muy internacional el ambiente. La mitad de ellos trabajaba en el hostel, pero habían viajado más que nadie. Creo que pocas veces estuve en una mesa tan internacional, tan viajada, con tantas historias locas alrededor del mundo.
La australiana no me creía que era argentino. Estaba convencida que yo era estadounidense por mi acento californiano (de las 3 temporadas de work and travel en Lake Tahoe). Me lo repetía una y otra vez. Hasta que la chica de República Checa me habló en español chileno (muy raro, pero resulta que había vivido casi 1 año en Chile) y empezamos a hablar en castellano. Recién ahí, cuando la checa le dijo que yo tenía acento argentino, recién ahí me creyó que no era estadounidense.
Al día siguiente salí temprano a recorrer la ciudad. Desayuné mis frutas secas que había comprado en el mercado de Viena con agua. Siempre llevaba la botellita de agua y la iba recargando durante el día, en cualquier lugar que podía, normalmente baños públicos.
Los mejores lugares para alojarse en Bratislava
Mientras iba desayunando, en el camino hacia el castillo, pasé por un par de iglesias.
Hasta que empecé a ir hacia el oeste, directo hacia el castillo. Tuve que subir cientos de escaleras hasta poder llegar.

El castillo parece gigante pero se recorre todo en menos de una hora. No entré a verlo porque en el hostel me dijeron que no valía la pena. Y lamentablemente no pude ver los jardines porque estaban construyendo y remodelado todo. Quise pasar igual y me hicieron señas desde una casilla azul golpeando el vidrio enérgicamente para que no entrará, así que les hice caso. Lo que menos quería era tener problemas en un país en el que no hablaba la lengua local.


Bajé por el medio de un complejo de departamentos. Escaleras y escaleras. En un momento abriendo unas pequeñas rejas y pasando hasta la calle. No había nadie, así que pasé como en mi casa. Mi objetivo era bajar de nuevo hasta el casco histórico y en lo posible por el camino más corto. Encontré estas escaleras y las bajé derecho. e me cruzó un complejo de departamentos y los crucé.
Fui hasta el Palacio Grassalkovich y recuerdo que estaba feliz de haber encontrado un baño gratis en los jardines del palacio. Se había acabado el derroche de dinero para ir al baño de Austria. En realidad no estoy 100% seguro si era gratis, pero no había nadie, así que pasé y me fui.
De ahí fui a una plaza que quedaba a unas pocas cuadras que parecía abandonada. Tenía decenas de sillones y todos estaban escritos con grandes grafittis, todos. Y desde esa plaza, pude ver edificios modernos espejados, muy distinto a Viena que tenía todos edificios clásicos.
Y desde ahí me fui a explorar una de las atracciones más importantes de la ciudad: el Slavin. Para llegar, pasé por un barrio de casas bastante lujosas, algunas embajadas, pero lo duro fue que tuve que ir todo en subida por un par de kilómetros. Curvas, curvas, escaleras y más curvas. Todo en subida.
El Slavín es un monumento y cementerio militar en honor a los soldados del ejército soviético que murieron durante la Segunda Guerra Mundial tratando de liberar la ciudad.
Hay tumbas individuales y colectivas, un obelisco con una estatua de un soldado en la punta, etc. Pero una de las mejores cosas, sin faltarle el respeto a todo el Slavin, es la vista panorámica de la ciudad.
Las religiones hoy en día, sobre todo las occidentales (de las orientales la verdad es que no se nada como para opinar), están cada vez más alejadas de la juventud. Con reglas muy conservadoras, muy anticuadas para las reglas con las que se mueve y comporta la sociedad hoy en día. Por más cambio de discurso que hagan, siguen alejadas de los jóvenes. Y no es que las nuevas generaciones sean menos espirituales o menos religiosos, simplemente no se sienten representados por las iglesias tradicionales y sus ritos.
Me fui de la iglesia y seguí explorando. La parte vieja de Bratislava, en algunas partes, es vieja en serio. No está restaurada, más bien está abandonada. Es mucho más auténtica que la de otras ciudades donde todo se ve como nuevo.

De repente iba caminando cerca de la catedral y me encontré con una pared que me llamó muchísimo la atención. Una pared llena de pinturas del estilo de Van Gogh, en cada una de lo que serían las ventanas de la casa. Todo al aire libre, muy interesante muestra de arte callejero.
Pasé por el centro de la ciudad, por la calle principal y su mercado lleno de puestos de comida y me compré un sandwich de cerdo y mostaza muy bueno.
Seguí caminando por la vera del río hasta el nuevo centro comercial «Eurovea» y el Teatro Nacional que está al frente.
Y de ahí seguí caminando buscando la iglesia más curiosa de Bratislava. La Iglesia de St. Elisabeth, más conocida como la Iglesia Azul, o mejor dicho celeste, para mí de azul no tiene nada.
Rarísima, parece un muñequito de torta, parece hecha con fondant.
Lamentablemente estaba cerrada, pero alcancé a sacarle una foto desde atrás de un vidrio y el interior es casi o más curioso que el exterior. Todo celeste obvio.
Pasé por otra iglesia que me sorprendió y volví a la zona céntrica. Yo entraba a todas las iglesias en Europa (si eran gratis). Un minuto capaz, pero nunca sabía cuál me podía sorprender, así que entraba a todas. En el camino pasé por una zona donde había niños patinando sobre hielo. Finalmente, después de sacar varias fotos a edificios con colores o detalles peculiares, volví al hostel.

Ya se había hecho de noche y yo estaba en la habitación escribiendo un poco y chateando con amigos de Argentina. De repente empecé a escuchar muy buena música. Me parecía raro que en la recepción estuvieran poniendo esa música, porque era demasiado lenta, demasiado romántica para el hostel. Igual me quedé escribiendo y disfrutando de Celine Dion, entre otros.
Después del tercer o cuarto tema, ya me daba intriga. Siguiendo el sonido, abrí la ventana de la habitación, y resultó que había un recital con música en vivo en la plaza principal y yo me lo estaba perdiendo. Eran tan buenos que parecía una grabación.
Alcanzaba a ver algo desde la ventana, pero bajé y salí a verlo de cerca. Me fui abajo de la lluvia a escuchar los últimos 2 temas. Fue espectacular.
Cerraron el espectáculo con una canción que se me quedó pegada por 3 semanas en la cabeza: «So this is Christmas – John Lennon».
Terminó el show y el humito de las parillas era irresistible. No importaba la lluvia, no importaba nada. El olorcito que venía de los puestos de comida que rodeaban la plaza eran muy tentadores. No sólo comí un sandwich de cerdo como al mediodía, sino que también me animé a un postre: un crèpe de nutella con nueces.
Después de comer volvi al hostel y en la habitación conocí a Nico, un argentino que estaba haciendo un intercambio en el Politécnico de Milán. Él que estaba de paso en Brastislava, después de haber ido a visitar a su hermana que vivía en Europa, por ahí cerca. Desde el momento cero, tuvimos muy buena onda. Inclusive descubrimos que ambos habíamos hecho un work and travel en Lake Tahoe. Como siempre digo, es increíble lo chico que es el mundo y sobretodo para la gente que viaja.
Terminamos saliendo a tomar algo junto con un canadiense y 3 chicos que estaban trabajando en el hostel (la polaca, el inglés y el irlandés). No encontrábamos nada abierto. Terminamos en un bar bastante chiquito, probando un fernet de limón y tomando algo. El irlandés se volvió antes porque estaba muy borracho y todo el resto nos quedamos hasta tarde.
Dimos vuelta medio centro histórico buscando comida. Extrañamente todos los lugares de kebab estaban cerrados. De casualidad encontramos un lugar de pizzas abierto, así que terminamos comiendo pizza en la calle a las 2 am en Bratislava.
Los mejores lugares para alojarse en Bratislava
Con Nico tuvimos tanta buena onda, que me dijo que si pasaba por Milán que le avisara que me podía quedar en su departamento, que él estaba viviendo con otros 2 amigos argentinos. Yo ya tenía pasaje a Milán, así que sabía que iba a ir. Quedamos en comunicarnos más adelante y al final efectivamente mi estadía en Milán la pasé con ellos.
Al día siguiente de la salida nocturna, me quedé en la recepción charlando con los chicos y escribiendo un poco. En un momento llegó una pareja de Estados Unidos para hacer el check in y contaron que acababan de tener una experiencia de «blablacar» muy divertida.
Bajé a comer al mercado navideño nuevamente.
El mercado no paraba un segundo. Estaba casi todo el día abierto, a diferencia de otras ciudades donde sólo abría a la tarde/noche. Un sandwich de cerdo y uno de chorizo como para quedar bien satisfecho y despedirme de Eslovaquia a lo grande. Ah, y de postre un crèpe de algo raro.
Volví al hostel a escribir un poco. Con el irlandés que estaba trabajando en la recepción con resaca, escuchamos una pareja pasándola muy bien. Más bien teniendo sexo desenfrenado, no podíamos parar de reírnos. Saludé a parte de los chicos del staff y me fui caminando hasta la estación de buses.
Me agarró una lluvia torrencial por las 20 cuadras hasta llegar a la terminal. Pero bueno, son lo gajes del mochilero. No iba a gastar en un taxi por 20 cuadras y menos si toda mi ropa era impermeable.
Mi siguiente destino sería Budapest.
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Me encantó! A partir de este blog, no dejaré de prestar atención a Bratislava y de recomendarla para futuros viajeros.
Sii, a mí me gustó, yo la recomiendo a todo el que me pregunta sin dudas!
Hola Francisco, aunque agradezco los comentarios de las personas que viajan y luego comparten sus experiencias para que otras personas puedan tener más fáciles sus viajes, en tu escrito tengo que poner muchas pegas.
Bratislava tiene esos sitios que tú mencionas, y más, pero es una ciudad de la antigua zona oriental, eso queda en que si tienes que acceder a un museo y hay algún problema, no es que sean maleducados, pero sus formas son diferentes y nos chocan.
De todas formas alguna de las cosas de toooodooo lo que cuentas denota una falta de previsión y de información importante. Ir a un sitio donde no hay tanto que ver como, por ejemplo, Budapest, y no llegar a entrar es algo que deberías revisar. Y si presumes de ir encontrando gente joven que recorren el mundo y luego es para perderte los sitios…no tiene mucho sentido. Más cuando no es un sitio donde la oferta de lugares sea tan alta, que se vuelva normalmente como puede pasar en Londres y sobre todo por ti, viajar tiene la parte de encuentro con otras personas (aunque veo que no tan autóctonas) pero no ver los museos o monumentos…te pesara en el futuro y desde luego no es para «contarlo».
Tampoco es de recibo, al ser de fuera, que tus batallitas sobre lo poco que gastas sean aplaudibles y recomendables, para viajar hay que ser prudentes con su dinero (cada uno tiene el suyo y sus limites pero independientemente no es cuestión de que te timen) pero no creo que uno de los puntos fuertes de esa ciudad que es su precio será para hacer hincapié en lo que limita lo cutre y el eludir pagar…imagino que si alguien fuera a Argentina en el mismo plan a ti te parecería eso.
Por último tu comentario sobre la presencia de jóvenes en la iglesia es tan gratuito como incierto. Te sugiero que sigas aunque sea por noticias las jornadas de la juventud que el Vaticano organiza puntualmente y que seguramente con este Papa (argentino por cierto) será aún más multidinaria. Ecuménicamente hay un lugar mágico en pleno Francia que te recomiendo y que se llama Taize y allí cada semana se acoge a unos tres mil jóvenes de todo el mundo, por proximidad la mayoría europeos. Supongo que hay gente para todo y cada uno se junta con quien quiere y en los círculos que prefiere, pero en muchas parroquias (no templos-museos que es tal vez donde menos se aprecia) de Europa hay mucha gente cristiana y muy comprometida…y que afortunadamente contrasta con los que van a fumar porros, emborracharse (como el irlandés que mencionas) y demás.
Como decía al principio, agradezco tus comentarios pues todo el mundo que lo hace es generoso para ayudar a otros en sus futuras experiencias, pero si lo haces desde un punto de vista serio y formal, te sugiero que lo hagas con más profundidad y reiterando, una cosa es ser mochilero y otra un poco absurdo. Un saludo, Jj
Gracias por el comentario Juan. Cuando escribo reflexiones lo hago de manera más «seria y formal» (te invito a leer alguna y a darme tu opinión) pero cuando escribo crónicas de viaje, relato lo que veo, hago y siento. Mis lectores me reconocen el hecho de ser directo y auténtico. Para leer algo políticamente correcto están las guías de viaje. Lo mío es experiencia personal y creo que está bien claro. Sin lugar a dudas que cuando uno escribe cosas honestas y directas («sin filtros») sobre temas controversiales, hay gente que se pone a la defensiva y empieza a criticar. Negar que cada vez hay menos practicantes en la religión católica es de una ceguera enorme. Que uno se reconozca como católico no quiere decir que practique sus valores en la vida diaria. Como tampoco lo es quien va a la iglesia y después en su vida privada es un desastre. El atraso que tiene la iglesia con respecto a la sociedad de hoy en día es gigantesco y es por eso que la gente joven está cada día más alejada. Negar eso es tener una visión muy distorsionada de la realidad.
Y los comentarios respecto de cómo debería viajar e informarme o no alardear de viajar barato, no merecen contestación. Cada uno viaja como puede y quiere. Pero claro, las libertades individuales nunca fueron el fuerte de los religiosos.
La discriminación que hay hacia Europa del Este es terrible. Siendo terriblemente egoísta, me beneficia porque gracias a gente que piensa como vos, hay menos turistas y todo me sale más barato. Como por ejemplo ahora que estoy pasando el verano en Ucrania.
Saludos desde Lviv!
Que tal Fran,
Muchas gracias por tu historia para darnos una mejor idea de si ir o no a Bratislava, como es mi caso. A pesar de que no coincido en muchas cosas con Juan al igual que tu, lo que si creo es que podría ser mas contructivo para los que estamos viendo si ir o no a Bratislava que pudieras decir un poco mas sobre que hay en la ciudad para visitar, mas que por ejemplo hablar del ambiente del hostal, (Que me agrada muchisimo que te haya gustado y hayas conocido gente nueva) Ese es solo un comentario que yo quisiera dar, sin decir que este mal o no lo que escribas, ya que a mi se me hace que sirve para nosotros.
Gracias
Gracias por la recomendación Rafael! La verdad es que estuve poco tiempo en la ciudad y visité las atracciones principales o las que más me interesaban a mí en ese momento. No hay mucho más, fue mi experiencia. Probablemente le debería cambiar el título al artículo porque me parece que es una cuestión de expectativas el problema. Qué te parece?
Hola, como puedes mantenerte comunicado (llamadas/internet) mientras viajas por Viena y Bratislava? Hay algún tip?
Lo ideal es comprar un sim card con internet en algún país de la Unión Europea y usarlo durante el viaje para poder estar conectado. Desde hace unos años el roaming es gratis dentro de la UE.
Buen viaje y saludos desde Tailandia!